En los últimos 23 años, el lecho de los ríos Ozama e Isabela ha sido el destino de 22 embarcaciones que se han hundido por el descuido de sus dueños, deterioro por falta de mantenimiento u otras causas.

De ese total, las autoridades reportan que 20 han sido extraídas.

En tanto, las empresas que reciclan barcos cuantifican que quedan tres por sacar y los informes oficiales citan dos:

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Las motonaves Aurora y Caribbean Star.

Según el último censo que tiene registrada la Dirección de Comandancias de Puertos de la Armada Dominicana (antigua Marina de Guerra), las 22 embarcaciones hundidas arribaron al país entre 1990 y 2004.

De 15 de ellas se desconoce su bandera de origen, del resto dos procedían de Liberia, y las demás de Bahamas, Jamaica, Gran Bretaña, Estados Unidos y Ucrania.

La mayoría de los barcos era de carga, de unos 300 o 400 pies de eslora, y algunos vinieron al país para ser reparados aprovechando las operaciones del antiguo Dique Félix Benítez, en el río Ozama.

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¿Dónde están los dos barcos que quedan?

El capitán de navío Bienvenido Marte Mena, director de Comandancias de Puertos de la Armada Dominicana, ubica el buque Aurora debajo del puente Juan Pablo Duarte, en el río Ozama, y el Caribbean Star en el puente Jacinto Peynado, en el río Isabela, donde estaba el antiguo muelle de la fábrica de cementos Colón.

De ambos no se tiene un registro definido de sus fechas de llegada; solo está archivado que eran de carga y arribaron a Santo Domingo entre 1989 y 2004.

Estarían hundidos a unos 15 o 20 pies de profundidad.

José Ignacio Acero Ruíz, presidente de Metales Antillanos, una empresa que desde 1980 recicla barcos, asegura que existe otra embarcación (de Rumania) frente al muelle conocido como «de Metaldom», cerca del Dique Félix Benítez.

El río Ozama tiene 148 kilómetros de longitud y, debido a su profundidad, es considerado el cuarto río más importante del país.

Por su ubicación estratégica en la ciudad capital, en su desembocadura hay algunos atraques que ocasionan un tráfico de barcos, de portacontenedores, graneleros y petroleros que producen derrames de hidrocarburos y aceites, según reporta el Plan Maestro de Alcantarillado de Santo Domingo.

Además, por lo menos en tres puntos del río y de su afluente Isabela se reciclan barcos para exportar el metal extraído.

El capitán de navío Marte Mena asegura que las naves hundidas no dificultan la navegación.

Indica que para evitar nuevos casos, se han tomado previsiones para que no entren al país barcos que no estén en buenas condiciones o que sean sub-estándar.

No obstante, las embarcaciones hundidas ya han contribuido en parte a la contaminación ambiental, ya que el material oleoso no pudo ser tratado ni otros elementos contaminantes de su estructura.

Sin embargo, el consultor ambiental, Roberto Castillo Tió, y el Ministerio de Medio Ambiente coinciden en que las naves sumergidas o recicladas a orillas de los ríos no son las principales contaminantes de las aguas.

«Es un problema, pero no el principal», dice Castillo, quien le atribuye más bien una contaminación visual.

Mientras que el viceministerio de Suelos y Aguas indica que el material de las embarcaciones «es un tipo de tola o acero con cierta resistencia a la corrosión, que es relativamente lenta».

«Lo natural, si se puede manejar desde la superficie, es desguazarlo lo más rápido posible», agrega.

El empresario Acero Ruíz asegura que las compañías recicladoras, por el contrario, ayudan a la «descontaminación de la tierra».

«Si ese barco no se desguaza, ese barco no se limpia del oleoso y se hunde.

Aunque se hunda en el canal de Panamá, es en la tierra que se está hundiendo, y aunque sea un gramito de esa contaminación va a llegar a la República Dominicana», afirma.

Refiere que las cañadas que traen al río los desperdicios de los barrios que los bordean son contaminantes mayores.

Cita entre ellas la de La Zurza o del Diablo, donde también van a parar los residuos químicos industriales.

Está ubicada al frente del terreno de 60 mil metros cuadrados donde opera Metales Antillanos, que aunque en 2011 fue intervenida por Medio Ambiente por alegada contaminación hídrica, hoy cuenta con el Permiso Ambiental 0558-07, modificado y renovado, según confirmó ese Ministerio.

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Más de 50 reciclados en 33 años

De las 22 embarcaciones reportadas como hundidas por la Armada Dominicana, 20 han sido extraídas por empresas que han conseguido el permiso para sacarlas y reciclar las estructuras, necesitando el visto bueno de esa institución, Medio Ambiente y la Autoridad Portuaria.

En ese proceso está actualmente el barco Aurora.
La extracción es costosa.

Acero Ruíz estima que sacar el que ubica cerca del muelle de Metaldom supera los US$500 mil.

Resalta que además se requiere destreza.

Pone como ejemplo que para la remoción del citado barco se han hecho tres intentos fallidos, influyendo en gran parte la poca visibilidad que hay en las aguas del Ozama por la contaminación.

¿Por qué el interés en sacar los barcos?

El presidente de Metales Antillanos señala que del reciclaje de barcos se puede obtener chatarra de acero tipo 1, 2 y ligera.

Una tonelada se comercializa en US$280.

A pesar de que los márgenes de ganancia actualmente son muy estrechos por la caída del precio del acero en el mercado internacional, su venta atrae a los empresarios que pueden conseguir un beneficio neto de 10%.

Desde que desmanteló su primer barco en 1980, el Sunwalker, de bandera japonesa, han sido más de 50 los reciclados por Metales Antillanos en 33 años. Solo en este 2013 van seis.

Las naves se consiguen en el mercado internacional

El precio para adquirir una embarcación con fines de reciclaje está tarifado en unos US$250 la tonelada.

Cada una tiene una matrícula que es identificada en los registros y luego se le da de baja a su bandera.

Después que llega a la República Dominicana se «le da un trato verde medioambiental» para limpiarla de los materiales oleosos, según explica Acero Ruíz.

Se logra recuperar para fines de exportación de metales alrededor del 80% de la embarcación

Actualmente, Metales Antillanos trabaja en el desguace del barco de carga Seamist, proveniente de San Vincent.

Su peso es de 900 toneladas y de éste se podrá extraer acero y aluminio (que vale más).

En general, toma entre uno a cuatro meses desmantelar y reciclar un barco completo en un proceso en que intervienen unas 150 personas.

Inicia con la limpieza de los materiales oleosos, luego se retiran la madera y los plásticos, se corta la parte férrea de la proa, se prosigue a desguazar de la proa hacia abajo, hasta terminar con el corte de la zapatilla o batea.

Aunque los márgenes de ganancias no están en su mejor momento y el trabajo con barcos esmirado con recelo por organizaciones medioambientales, Acero Ruíz entiende que para la República Dominicana la industria del reciclaje de embarcaciones, para extraer insumos como el acero, es necesaria.

El director ejecutivo de la Asociación Dominicana del Acero (Adoacero), Omar Castellanos, destacó recientemente que en 2012 esa industria aportó más de RD$1,000 millones al Estado en impuestos y generó más de cinco mil empleos.

Las exportaciones de acero ascendieron a más de US$500 millones, siendo los destinos principales Puerto Rico, Haití, Estados Unidos, Centroamérica y otros países de América del Sur.

«En el país hay dos plantas de acero que lo que están es importando un producto semi elaborado.

Todo país que quiera progresar tiene que integrar su capacidad productiva y la forma de hacerlo es en uno de los renglones:

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