SANTO DOMINGO.- En Domingo Savio, sector del Distrito Nacional que abarca Los Guandules y La Ciénaga, viven algo más de 13,000 familias. Al borde del Ozama, el barrio nació en los años sesenta del siglo pasado y desde entonces ha crecido sin planeación alguna, sin alcantarillado ni red de agua que puedan ser aprovechados. Es un barrio consolidado, con edificaciones muy sólidas, algunas de varios niveles. 45 mil habitantes.

Ese es el sector sobre el que va a trabajar el arquitecto argentino afincado en Río de Janeiro Jorge Mario Jáuregui en el próximo proyecto de URBE (Unidad Ejecutora de Readecuación de la Barquita y Entorno). Es un paso más en el proyecto ulterior de recuperar los ríos de la capital dominicana, pero con una intervención diferente a la que se hizo en La Barquita.

Jáuregui presenta un trabajo sostenido en favelas en Río de Janeiro y enfoca la recuperación de estos sectores deprimidos desde lo que denomina “urbanismo social”. Ayudar a las comunidades que viven en situación de vulnerabilidad y ayudar a sanear el río, dos objetivos muy presentes. Interesante, su aplicación del psicoanálisis a los problemas de las ciudades.

¿El tipo de intervención que hizo en algunas de las favelas de Río de Janeiro tiene que ver con este proyecto?

Sí, tiene todo que ver. En América Latina compartimos la particularidad de ser ciudades divididas, ciudades partidas entre lo formal e informal, entre los beneficiarios de la urbanidad y los que sufren la falta de ella.

Por eso, la metodología derivada de la intervención de más de 20 favelas en Río de Janeiro a lo largo de 20 años me permitió constituir un cuerpo de procedimientos que son válidos para cualquier ciudad de América Latina, desde México para abajo, en la mayoría de los países. Esto tiene que ver con lo que se llama urbanismo social, un urbanismo dirigido a la gente que parte de la lectura de la estructura de los lugares de intervención, de la escucha de las demandas y del cruce interdisciplinario para derivar la propuesta urbanística.

Por eso las propuestas siempre responden a lo que la comunidad pide de un lado y lo que la ciudad demanda en ese lugar desde el punto de vista macro. Por ejemplo, aquí en Domingo Savio hay un problema de incomunicación del sitio con el entorno. Ese es uno de los temas que vamos a resolver con una propuesta de movilidad urbana que contemplará nuevas líneas de ómnibus que van a conectar directamente con el Metro y el Teleférico que está siendo terminando ahí en Gualey.

Además se rehace toda la parte de infraestructura: los alcantarillados, el drenaje, el agua potable, la iluminación pública y el tratamiento de la basura. El tratamiento de los residuos sólidos es un problema en toda la ciudad.

Y en todas las ciudades…

Sí. En todas las ciudades y en particular en las áreas más frágiles como ésta. Por ejemplo, donde hay amontonamiento de basura se crean todo tipo de problemas, desde obstrucción de las cañadas hasta condiciones de insalubridad cerca de la vivienda. Eso no puede ser tolerado.

Además de los aspectos físicos que son lo infraestructural, urbanístico y ambiental se contemplan los aspectos sociales: lo cultural, económico, existencial.

¿A qué se refiere con “lo económico”? ¿Formación, empleos?

Por ejemplo… van a ser previstos centros para la generación de trabajo y renta… Hablamos de locales donde prestadores de servicios puntuales de la ciudad van a poder tener un lugar para trabajar.

¿Locales donde tener su microempresa?

Tal vez lo podamos pensar junto con un nuevo mercado que va a ser propuesto para el área de Los Guandules. Hoy el mercado tiene una situación bastante anormal –digamos bastante caótica-, eso va a ser ordenado y localizado en un nuevo predio.

Se contemplan equipamientos públicos tales como escuelas, estancias infantiles, centros de salud y espacios para que la gente se recree, porque ahora los chicos sólo tienen espacios de la calle por falta de espacios adecuados para tener mobiliario urbano, para tener equipamientos que permitan una vida de convivencia sin riesgos. Lo hacen en medio de la calle, donde pasan las motos, pasan los autos y eso genera peligros.

¿En qué momento los urbanistas deciden cambiar este tipo de intervenciones y pasan de “vamos a desalojar y construir” a “vamos a intervenir”?

En los años 70, cuando las favelas o los barrios informales adquirieron una presencia física de tamaño inmanejable que hacía imposible reubicar a toda la gente. No habría dinero para trasladarlos a otro lugar. La solución inteligente era urbanizar los lugares, aprovechar lo que ya la gente hizo con su propio esfuerzo físico y económico e ir introduciendo lo que falta. Y lo que falta es un sistema vial bien distribuido que permita el recorrido por el lugar de manera ininterrumpida porque hoy, hay calles casi que terminan de repente…

…en una pared.

Exacto, en una pared y hay que dar unas tremendas vueltas para pasar de un lado al otro. Por ejemplo estamos proyectando una vía al lado del río en el área de la que van a ser retiradas las viviendas que están en áreas inundables, en área de riesgo. Ahí se va a construir la avenida perimetral y un parque urbano metropolitano verde con equipamientos.

Una de las demandas de la comunidad es que en ese parque haya espacio para la tercera edad, para los niños, para que los jóvenes hagan ejercicio, para jugar. Es un parque que toma un poco el modelo del “Aterro do Flamengo” de Río de Janeiro, que fue un parque proyectado por el paisajista brasileño Roberto Burle Marx, por donde se van distribuyendo usos a lo largo del parque.

¿Será un parque extenso?

Sí, es estrecho y largo; tiene dos kilómetros y medio de extensión. En las áreas libres donde estaba proyectada una escuela que fue interrumpida, la comunidad hoy, más que la escuela, demanda un centro polideportivo que atienda a las dos comunidades. Eso es una reivindicación.

¿Usted ha tenido ya contacto con la comunidad, están organizados?

Sí, bien organizados. Tenemos muy buenos interlocutores y eso es una condición muy importante para el éxito de este tipo de programas, porque cuando hay interlocutores que saben lo que quieren, inteligentes y organizados, el diálogo fluye más directamente. Tenemos ya contacto en Los Guandules y en La Ciénaga con los representantes comunitarios que son los que canalizan las demandas.


¿Tienen una idea aproximada de cuántas viviendas están en puntos inundables?

El proyecto plantea realizar un análisis en 1,382 viviendas para su desalojo en la zona de riesgo, hablamos de 4078 personas, 748 en los Guandules y 634 en la Ciénaga. Y hay viviendas que es necesario mover de las ampliaciones de la vías dentro de los dos barrios, éstas inicialmente afectan a 658 hogares con 2,270 personas.

¿A éstos afectados se les va a construir apartamentos?

Sí, para una parte de las familias que tienen de cuatro a seis miembros, por ejemplo, se van a construir apartamentos nuevos. Hay otras que son unidades familiares muy chiquititas, de una persona, a esas se va a indemnizar. Y hay otras que son familias muy grandes que tienen de seis a once integrantes. A esos se les va dar una condición de compra asistida, que significa que el gobierno paga-compra y la persona elige dónde quiere ir a vivir.

¿Dentro o fuera del barrio?

Dentro o fuera el barrio. Lo que haya en oferta en el barrio y en los alrededores.

¿Cuál es su primera impresión? ¿Domingo Savio es un proyecto factible?

Es totalmente realizable. Es una cuestión de planeamiento, de planificación. Es un programa que demanda tiempo. Las cosas se hacen en una secuencia de intervenciones para obstaculizar lo mínimo posible la vida del barrio. Obviamente porque hay que convivir con las obras, pero también en la ciudad formal se conviven con las obras. Aquí, en la Zona Colonial ahora están haciendo grandes intervenciones. Esa es una molestia pasajera relativamente.

¿Qué le ha pedido la comunidad?

Otra demanda de la comunidad es la seguridad ciudadana. Hay áreas específicas identificadas como inseguras, escalinatas que suben desde La Ciénaga hacia la calle superior, hacia la avenida. Van a ser tratadas, ensanchadas, iluminadas. Vamos a crear otros puntos de acceso junto con las edificaciones nuevas que vamos hacer en el borde del farallón para realojar gente. La seguridad tiene que ver con iluminación pública y con atravesabilidad, con movilidad dentro de la comunidad para que no haya bolsones intratables. Hay claramente en El Arrozal, una situación de pasadizos muy pequeños que dificulta el control del poder público, de la policía. Ahí también va a salir gente porque tendrá que ser relocalizada.

¿Qué papel va a tener el borde del farallón?

En la calle que está abajo, que está aquí en La Ciénaga y después sigue para Los Guandules, vamos a sustituir las viviendas que hay de uno y dos pisos por edificaciones de planta baja más cuatro pisos para ubicar a la gente que va a salir de aquí.

Una de las características de estos procesos es que la gente no se quiere ir de su barrio.

Claro, uno tiene que hacer lo máximo posible para que se queden en el mismo lugar o cerca de él. Hasta donde eso es posible, porque tenemos que retirar gente del borde, pero también para abrir las nuevas calles, para hacer las escuelas y los centros comunitarios, los centros cívicos. Ese es el estudio en el que estamos concentrados ahora, el diagnóstico.

¿No tienen todavía el diseño?

Son tres las etapas del proyecto: diagnóstico (primero), estudio preliminar (segundo) y proyecto básico (tercero), que es ya todo pre-dimensionado para ser licitado, para saber cuánto cuesta, para saber la magnitud de la inversión necesaria.

Con su experiencia en las favelas en las que ha trabajado… ¿son proyectos que se respetan o hay una regresión y se vuelve a la situación que se quiso corregir?

No. A la inversión que hace el Estado siempre hay una respuesta por parte del habitante de mejorar su propia casa. Es como en la ciudad formal, el Estado hace una mejoría en las calles o las plazas o en los espacios públicos… y los privados también mejoran su propiedad.

Aquí sucede exactamente lo mismo y es tanto más apropiado cuanto más politizada es la asociación de la Junta de Vecinos, o sea, cuando son representantes reales de los moradores que hacen que la manutención, la conservación y el cuidado con los espacios que se han creados sea posible.

Es un barrio de población muy joven, además…

Sí, el porcentaje es bien alto de jóvenes, lo que es bueno porque los jóvenes se movilizan con más facilidad, digamos que son más receptivos y activos.

¿Qué efecto puede llegar a tener este tipo de intervención en el río Ozama?

Bueno… uno espera contribuir a descontaminar porque vamos a tratar todas las cañadas que desaguan al río con plantas de tratamiento de los residuos, lo que va a mejorar bastante. El Presidente habló de este lado, pero también demostró la intención de tratar el otro lado del río para ir en un progresivo avance descontaminando todo el río Ozama y el Isabela.

¿Es recuperable el Ozama?

Sí. El río es totalmente recuperable y esperamos contribuir para eso en la parcela que abarza estos dos kilómetros y medios de extensión.

¿Es aplicable aquí el término de “acupuntura urbana”?

Sí, es lo que hacemos cuando insertamos una escuela aquí, cuando ponemos otra escuela allá, cuando ponemos un área de convivencia comunitaria aquí y otra cerca de la planta de tratamiento… Y otra cosa que tiene que ver con la movilidad… yo hablé del sistema de calles que va a conectar en un circuito el teleférico y al Metro también con dos estaciones previstas para aquabus, que inicialmente van a operar directamente con las yolas que ya atraviesan el río, pero en el futuro se espera que haya un sistema.

Los temas de planeamiento urbano ya se han convertido en urgentes. ¿El sistema de gobernanza de la ciudad de Santo Domingo facilita un planeamiento más coordinado?

Una cuestión que tiene que ver con gobernabilidad es la articulación entre las diferentes instancias del poder público. A partir de URBE, se coordina con diferentes ministerios y con la intendencia municipal. Tuvimos reuniones, estuvimos con gentes en este evento de metropolización y reordenamiento sostenible de áreas vulnerables, donde sí, se está en diálogo para coordinar las acciones.

¿A qué le daría prioridad? ¿A evacuar las zonas de las casas vulnerables, a intervenir el sistema sanitario de agua?

Hay prioridades: el sistema de la retirada de las casas que están en áreas inundables es lo prioritario. Por seguridad, por descontaminación y por inclusión de un espacio nuevo, de vida, de un urbanismo verde que el barrio no tiene. Eso, y el sistema vial que es fundamental para poder garantizar la conectividad interna de todo el complejo. Digo complejo porque tiene que ver con complejidad.

Hay una definición de caos que dice que caos es “extrema sensibilidad a las condiciones iniciales”. Esa extrema sensibilidad a las condiciones iniciales es a lo que yo aludo cuando hablamos de lectura de la estructura del lugar. Es a partir de lo que el lugar ya tiene en concreto o en potencial y buscar así activar los centros de convivencia que ya existen e introducir otros nuevos.

Las prioridades son el borde del río, el sistema vial y la relocalización del mercado que afecta tanto a la comunidad de Los Guandules cuanto al resto del entorno de la ciudad que está aquí al lado, que usa esa vía y que tiene dificultad por la mala localización del mercado.

Psicoanálisis a la ciudad

¿Qué tiene que ver el psicoanálisis con el urbanismo?

Tiene mucho que ver en el sentido de que justamente cuando uno llega a un lugar la primera cosa que tiene que hacer es construir la confiabilidad, lo que se llama “escucha de la demanda”. Eso en el método de Freud es la asociación libre y la tensión flotante, que es exactamente lo que hacemos cuando vamos a un lugar y nos presentamos por primera vez y nos conocemos los arquitectos con la comunidad. Ahí está esa cuestión de mirar todos lo mismo, al mismo tiempo. Sin priorizar y sin jerarquizar nada. Al principio nos dejamos atravesar por todo lo que el lugar tiene y nos dice la gente que lo habita.

Walter Benjamin, el filósofo alemán, decía que una ciudad nos llega por los ojos y por los pies, es decir que hay que caminar lugares y hay que escuchar lo que la gente dice, y a partir de ahí no tanto responder a lo que se pide sino interpretar la demanda para hacer lo que la ciudad precisa en ese lugar. Es por ahí que el psicoanálisis nos alerta para cuestiones sensibles –digamos así-. Y por eso hablamos del urbanismo social.

¿Les gusta eso de urbanismo social a los ingenieros, arquitectos, desarrolladores…?

Eso hay que procesarlo. Para trabajar La Barquita Vieja hubo todo un trabajo social, en el sentido de entender cómo estaba constituida la familia, cuáles eran sus condiciones de trabajo y sus condiciones económicas o su grado de alfabetización. Y eso fue un proceso que se inició antes desde de la remoción y que siguió y sigue hasta hoy. Eso va a suceder aquí también de nuevo, pero ya está la experiencia de ese laboratorio social que fue La Nueva Barquita.

¿Si hubiera dinero suficiente sería mejor tumbar un barrio y reconstruirlo?

No; yo creo que no sería justo porque la gente construyó lazos y hay un arraigo en el lugar. Si se los traslada a otro lugar tienen que construir todo de nuevo. El ideal es que se urbanice en el mismo lugar siempre que sea posible, y siempre es posible con mayor o menor inversión.

CIUDAD

04 MAY 2017

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