Profirió Rubirosa el gigoló más grande de la historia, nació el 22 de Enero de 1909, en San Francisco de Macorís en República Dominicana. Creció en el seno de una familia que le pertenecía a la alta sociedad, sus padres Ana Ariza Almanzar y María Rubirosa le dieron muchos lujos y fue el más pequeño de tres hermanos. Lo de conquistador lo lleva por sus venas ya que su padre fue conocido por ser un hombre alegre entre las mujeres.

Se crió en la ciudad más romántica del mundo Paris, Francia hasta los 17 años y regreso a su natal Quisqueya a donde pensaba ingresar en la escuela de leyes sin embargo decidió formar parte de la milicia. Su físico no era el del típico galán elegante, pero tenía un don de verbo con las mujeres y siempre conseguía a las mujeres más famosas y millonarias. Siempre estuvo divirtiéndose entre copas y mujeres con reyes, príncipes y presidentes.

Debido a ser un hombre estéril no pudo pasar la tradición de conquistador a futuras generaciones. Pero, su historia ha cautivado a millones de personas en el mundo entero en más de cuatro generaciones.

Durante su vida, Porfirio Rubirosa jugó polo, piloteó bombarderos B-25, corrió ferraris en Le Mans, y buscó tesoros perdidos en el Caribe. Pero fue su éxito con el sexo que lo convirtió en una leyenda. Sus conquistas incluyeron a Eva Perón, Ava Gardner, Jayne Mansfield, Veronica Lake y Dolores del Río.

La cuenta final nunca se sabrá. Un amigo confirma que Rubi, quien se casó con las dos mujeres más ricas del mundo una detrás de la otra, Doris Duke y Barbara Hutton, durmió con “miles de mujeres” mientras vivía en París en los 50 y 60.

El columnista Taki Theodoracopulos recuerda que cuando se emborrachaba, Rubi tomaba una guitarra y cantaba “Soy sólo un chulo”.

La galantería de Rubirosa era sinigual. Cuando estaba cerca, un cigarrillo sin encender nunca tocaba la boca de una mujer. “Si estaba hablando con un señora de 80 años o con una niña de 4, la mujer más bella del mundo podía pasar frente a él y no la miraría”, dice su amiga Mildred Ricart, cuyo esposo, Jaime, estuvo en el servicio diplomático con Rubirosa. “El hacía que cada mujer se sintiera que era la más importante del mundo. Hay muchos hombres que son excelentes en la cama, pero que no puedes ir a cenar con ellos”.

Pero el encanto de Rubirosa tenía mucho que ver con ambas cosas. En el aspecto sexual ganó el apodo de “siempre listo”. Cuando a Truman Capote le preguntaron que comparara el miembro de Rubirosa con los zapatos número 11 usados por el escritor, reconoció que por lo que contaban las mujeres que habían estado con él los zapatos de seguro que eran más pequeños.
El hecho de que fuera estéril no afectó a Rubirosa. Al contrario, esto hizo que las mujeres saltaran a su cama. Evidentemente, también dominaba los puntos delicados de la técnica de la seducción.

Era un hombre de estatura media 5′ 9″ y aunque no poseía la belleza de un ídolo de matinee, “exudaba una sensación de romance y aventura”, y era latino. Una testigo recuerda que “hasta en una casa elegante (como la de Zsa Zsa Gabor) todavía prefería comer nada más que un gran plato de arroz y frijoles”. Aunque no nació rico, nunca tuvo un empleo a tiempo completo. “La mayoría de los hombres ambicionan ahorrar dinero”, dijo una vez Rubirosa. “La mía es gastarlo”.

Julia Álvarez afirma que el auge y la caída de Rubirosa estuvo inexorablemente ligada a la del generalísimo Trujillo.

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SU VIDA.

Porfirio Rubirosa nació en una familia de clase media en República Dominicana, en 1909. Su padre fue designado consejero en la embajada en París en 1920 y se llevó a su hijo con él. Cuando debió regresar a casa, en 1923, una familia chilena rica encontró a Rubi tan encantador que le pidieron a su padre que le permitiera permanecer con ellos en París para continuar su educación. Rubi regresó a la RD a los 17 años y se enganchó al ejército, en cuyos rangos avanzó rápidamente llegando a ser capitán a los 20 años, así como capitán del equipo de polo. Rubi no tenía dinero propio en este momento. Durante los fines de semana, organizaba veladas de boxeo cerca del parque de Santo Domingo, cobrando dos centavos de entrada.

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Durante un juego de polo en 1932, Trujillo observó al joven capitán Rubirosa. En sus memorias, escritas durante los años 60 y nunca terminadas, recuerda que Trujillo le preguntó: “Qué usted está haciendo. Le dije que estaba estudiando para abogado, pero Trujillo me pidió que, en vez, pasara a la guardia presidencial. Pensaba que estaba hecho para el uniforme, lo que me gustaba, porque sabía que las mujeres eran atraídas por el uniforme”.

FLOR DE ORO TRUJILLO

Una de sus primeras asignaciones fue recoger en el aeropuerto, a Flor de Oro, la hija de 17 años de Trujillo, que estaba regresando al país luego de estudiar en Francia. Rubi conversó con ella en francés y la joven quedó prendada. Flor de Oro lo invitó a un baile en el Palacio Presidencial y esa noche bailaron cada tonada.

Esto no era correcto en sociedad y suicida tratándose de la hija de Trujillo, quien se molestó bastante por la falta de etiqueta de su hija y degradó a Rubirosa que corrió a esconderse a la plantación de café de su familia. Pero luego de ocho días, Rubi se impacientó. “Es uno de mis principios fundamentales: prefiero arriesgarlo todo que aburrirme”.
Flor de Oro le envió un mensaje para que se comunicaran por teléfono. En la conversación, Flor de Oro le dijo que le había pedido a su padre que le permitiera casarse. Rubi aceptó seguido.

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Antes de morir en 1975, Flor de Oro le grabó una cinta a su amiga Maritza Quiñones contándole su vida. Esta es la descripción de la noche de bodas: “Fuimos llevados a un bungalow en los terrenos del palacio. Todavía llevaba puesto mi traje de bodas para que mi madre (que no fue invitada a la boda) pudiera verme con él antes de perder mi virginidad… Él me llevó al lecho nupcial. estaba asustada con esa cosa apuntándome… Me asusté y corrí por toda la casa”. Flor de Oro dijo que le duró una semana recuperarse de esa noche.
Al despacharlo como diplomático a Berlín, Trujillo dijo “es un excelente diplomático porque las mujeres lo adoran y es un mentiroso”.
De Berlín, Rubirosa y su esposa fueron trasladados a París en 1937, donde comenzó a parrandear como loco. Pronto, Flor de Oro regresó al país. Ella cuenta que “salía todas las noches y volvía al amanecer cubierto de pintalabios. Estaba tan celosa, y cuando le preguntaba dónde había estado, me pegaba”. Después de castigarla por casarse con un playboy, Trujillo autorizó el divorcio y Flor de Oro procedió a casarse ocho veces más.

LOS NEGOCIOS.
Por un año, Rubirosa no pudo regresar al país porque Trujillo lo hubiese asesinado y sin Flor de Oro para financiarlo, comenzó a venderle visas a judíos deseosos de escapar de Europa. También utilizó su pasaporte diplomático para contrabandear cosas.
Un día, sin esperarlo, Trujillo le telefoneó como si nada hubiese pasado, informándole que su esposa y su hijo de 10 años, Ramfis, viajarían a París y necesitaban un guía. Rubirosa probó ser un guía tan excepcional que el propio Trujillo viajó al mes siguiente a conocer a París.

Rubirosa escribiría: “Trujillo quería que le mostrara los más elegantes lugares en París… Lo llevé al restaurante en la torre Eiffel y había una mujer tan bella vendiendo postales que Trujillo tuvo sexo con ella en la misma torre. Un mes más tarde, fui designado Agregado Comercial en Francia”.

SUS MATRIMONIOS.

Después de pasar unos meses prisionero del gobierno de Vichy, donde a su mejor estilo dijo que utilizó ese tiempo para perfeccionar su slalom, se casó con la estrella de cine Danielle Darrieux, de 23 años, la actriz mejor pagada de Francia.

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En una entrevista a la Darrieux, Rubi conoció a Doris Duke, heredera de la fortuna del tabaco calculada en US$100 millones. Un amigo de Rubirosa, Gerard Bonnet, dice que la Duke le envió un telegrama a Rubirosa luego de ese encuentro que decía: “Cuando termines con Danielle, llámame y vendré”. “Rubi debe haberla motivado, dice, porque la Duke envió otro telegrama que decía: “Voy en seguida”.

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Rubirosa y la Duke se casaron en septiembre de 1947 en la embajada dominicana en París y Trujillo, impresionado, le ofreció la embajada en Buenos Aires. Pero la Duke no quería vivir en Latinoamérica y Rubi seguía en sus andadas. La copa se rebosó cuando ella lo pescó con Flor de Oro. El matrimonio duró menos de dos años.

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Rubi volvió a París y a las fiestas y al sexo desenfrenado, pasando por Zsa Zsa Gabor, entre otras, hasta que conoció a una desmejorada Barbara Hutton, nieta de F. W. Woolworth, otra de las mujeres más ricas del mundo. Ambos se casaron en el consulado dominicano en Nueva York. La Hutton lo obsequió pródigamente pero estaba enferma y Rubi no se iba a quedar encerrado en una casa. El matrimonio duró 53 días y Rubi volvió donde la Gabor.

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Rubi retornó a París en 1956 y allí conoció a Odile Rodin, aspirante a actriz de 17 años. Rubi se enamoró perdidamente de ella. Se casaron en octubre de 1956, luego de Rubi bailar un bolero con la madre que se oponía y a pesar de los 31 años de diferencia, fueron felices.

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En 1957, Trujillo nombró a Rubirosa embajador en Cuba. “Batista quedó impresionado con Rubirosa, dice Rosemberg. Él estaba fascinado con Trujillo y cuestionó a Rubi por horas interminables sobre cómo Trujillo había permanecido en el poder por tanto tiempo”. Pero la caída de Batista cogió por sorpresa a Rubirosa: “Trujillo estaba lívido con él por no avisarle que Batista se iba a presentar a su puerta sin permiso”, recuerda Rodin. Rubirosa se mudó a Florida y su única preocupación en ese momento era cómo sacar sus caballos de polo de Cuba.

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Trujillo entonces lo designó en Bélgica, pero los días del caudillo estaban contados y tenía dificultades económicas. Obligó a Rubirosa a venderle su plantación de café a precio vil, a lo cual no podía oponerse Rubirosa con el hombre que había sido tremendamente generoso con él y poco tiempo después murió asesinado.
Tres meses después de la muerte de Trujillo, Rubirosa estaba tratando de convencer al presidente Kennedy de que ayudara al régimen de Ramfis Trujillo-Joaquín Balaguer. “Rubi… le habló y habló a Kennedy”, dice Gunther Sachs, del grupo de la Riviera. “Pero cuando regresó a Santo Domingo a reportar sus conversaciones, el cabrón (Ramfis) abandonó el país con un barco lleno de billetes y se fue a España. Rubi nunca le volvió a hablar”. Rubirosa dijo luego que Ramfis lo había traicionado.

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Balaguer terminó la carrera diplomática de Rubirosa que se quedó sin empleo a los 53 años y con el prospecto de vivir como pobre.

EL FINAL

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Los Rubirosa vendieron la casa en París y se mudaron a una villa en las afueras que no tenía habitación para huéspedes. Sus amigos pensaban que había perdido parte de su vitalidad y que estaba deprimido. Decían, además que pensaba volver a su vida de gigoló. Trató de escribir sus memorias pero nunca las terminó. Intentó entrar en varios negocios, incluyendo la venta de “pegapalo”, pero nada funcionó.

Tres meses después de un crucero con el naviero Stavros Niarcho, en mayo de 1965, el equipo de polo de Rubirosa ganó la Copa de Francia. Hubo una celebración en grande y Rubirosa, como era su costumbre siempre tenía un chofer contratado para que lo llevaran a casa cuando iba a tomar mucho, sin embargo esa noche andaba sólo, por eso algunos amigos piensan todavía que fue un suicidio pues esa noche final habló además de que no quería llegar a viejo porque le aterraba, y mientras más tomaba lucía más deprimido, a pesar de todas las previsiones que se tomaron por su seguridad, a las 7 de la mañana, tomó las llaves de su Ferrari descapotable y enfiló por la avenida de los bosques de Boulogne.

El choque ocurrió alrededor de las 8 de la mañana. Una de las teorías del suicidio se debe a que un conductor , Philippe Garné que venía detrás de él y presenció el choque contra el árbol dice que Ruborosa giró de golpe, como si quisiera él mismo estrellar el auto contra el árbol, así ocurrió .

El funeral se llevó a cabo en la casa. Unos 250 dolientes asistieron a la ceremonia incluyendo dos miembros del clan Kennedy. Su esposa Odile se casó más tarde y ahora vive en New England, Estados Unidos, muy lejos de su antigua vida.

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El legado de Rubirosa todavía vive en París. Cuando un cliente solicita a un mozo el molino gigante de pimienta, todavía dice “mozo, présteme el Rubirosa”.

por: Arq.Raifi Genao

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