Hay ocasiones en el mundo del deporte en el que el nombre del jugador se vuelve casi tan importante como el deporte en sí. En la mayoría de los deportes existe un salón de la fama con nombres tan importantes que de solo escucharlos sabemos de antemano de lo que nos están hablando porque esos nombres se han vuelto un “tipo” del deporte que representan.

Si escuchamos  Michael Jordan sabremos  que estamos hablando de baloncesto, si escuchamos Pelé o Maradona obviamente es soccer, si escuchamos  Julio Cesar Chavez pues boxeo. Así de importante es el nombre de Mariano Rivera en el deporte del beisbol.

Es complicado triunfar en cualquier deporte profesional y hacerlo siendo hijo de una leyenda es mucho más complicado. La presión está en el chico desde el primer entrenamiento, incluso desde antes que decida jugar el deporte. En un principio toda actividad física que realice el niño (a) será objeto de una muy molesta comparación con la leyenda que es el padre ¿Corre igual? ¿Así era el papá? ¿Lanza mejor la pelota? ¿Pega igual de duro?

Y cuando decida practicar la misma disciplina las comparaciones no cesarán, incluso seguirán aumentando. Cada lanzamiento a la canasta, cada tiro a gol, cada lanzamiento al plato, cada golpe será analizado y comparado con el estándar tan alto de un miembro del salón de la fama.

La historia reciente nos dice que por ejemplo los hijos de Michael Jordan no pudieron alcanzar la NBA.  Por su parte los hijos de Julio Cesar Chavez tampoco  han logrado convencer a nadie de su “calidad” en el boxeo.  El hijo de Fernando Valenzuela es un muy buen jugador de Liga Mexicana pero no se compara al fenómeno de la Fernandomanía en Los Angeles. Es complicado, para ser honestos no recuerdo un solo caso  de jugadores que hayan superado la trayectoria del padre  cuando este es miembro del Salón de la fama. Hay muchos casos de estrellas deportivas cuyos padres fueron también jugadores profesionales pero hay una gran diferencia con ser jugador profesional y ser Miembro del Salón de la Fama y hay todavía una diferencia más grande en ser un jugador “tipo” como los ya mencionados.

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El Año pasado que los Yankees ficharon a Mariano Rivera Junior la gran mayoría pensó que quizás era un poco un tipo de “agradecimiento” por decirlo de una manera hacia el padre por su gran trayectoria con el equipo neoyorquino. Pero déjenme decirles esto, este muchacho tiene juego.

Este año, Mariano Rivera Junior se encuentra en la posición No. 18 entre los mejores pitchers del baseball universitario de la NCAA división I en cuanto a ponches realizados. Este chico a ponchado a 76 jugadores en 10 partidos.

Mariano llegó en el 2013 a los Gaels de Iona College y como novato fue miembro del All-Academic Team con seis apariciones en la lomita. En el 2014 durante su año Sophomore participó en 13 encuentros con 12 como inicialista. Terminó la temporada como el mejor ponchador del equipo con 50 chocolates en 70 entradas.

Este año ha estado simplemente impresionante en el montículo tiene un promedio de carreras limpias permitidas de 3.24. Lleva tres victorias, cinco derrotas y dos juegos sin decisión. Ha sido inicialista en las 10 ocasiones en las que ha salido al terreno. Es el No. 13 en ponches por nueve entradas de toda la NCAA.

El muchacho tiene un gran brazo y gran habilidad para lanzar la pelota, tendrá que vivir con la eterna presión de ser comparado con un gigante como su padre pero de que el muchacho juega, juega y lo hace muy bien. Le quedan esta su temporada Junior y su temporada Senior para continuar en el baseball universitario pero podría meterse de lleno al profesionalismo la siguiente campaña.

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