El concepto de la “aldea global”, o el de “un mundo interconectado” ya forman parte del lenguaje coloquial que utilizamos para describir las dinámicas que caracterizan este nuevo mundo, donde las distancias físicas son cada vez menos relevantes. A pesar de ser esto verdad de Perogrullo, a veces resulta complejo identificar casos puntuales que ilustren, eslabón por eslabón, cómo toma forma la cadena que inicia por una acción o ocurrencia local, y termina repercutiendo en el escenario global.

A continuación, les presento un caso reciente que sirve para ejemplificar elocuentemente la anatomía del fenómeno de la interconexión global.

La FED, China, materias primas y los tipos de interés
El mundo estaba inquieto. Los países con alta participación en los mercados financieros globales, sea como inversores, prestatarios o prestamistas, esperaban con nerviosismo la decisión que tomaría la Reserva Federal de los Estados Unidos, conocida por su abreviatura en Inglés como la Fed, de aumentar o no, sus tasas de interés. Al final, la decisión fue dejarlas tal como están, próximas al 0%, citando como razón lo acaecido en los mercados financieros, y en sentido general, el comportamiento de la economía global. Aquí, las consideraciones globales se impusieron a las locales. Armemos el rompecabezas.

¿Por qué se planteó Estados Unidos subir sus tasas de interés? Por entender necesaria una disposición proactiva que apuntara a mitigar una posible presión inflacionaria que sería desatada, fundamentalmente, por dos factores. Primero, por la liquidez —hoy innecesaria y por ende excesiva— que fue suministrada a la economía estadounidense a través del “Quantitative Easing”, con el objetivo de revertir la desaceleración económica provocada por las constricciones que se verificaban tanto en la inversión como en el consumo, en el marco de la Gran Recesión. Como resultado, fueron inyectados mediante el sistema financiero, miles de millones de dólares que hoy deben ser “recolectados”, para que no se traduzcan en inflación en el contexto de una economía que se va recuperando satisfactoriamente, evitando así que un repunte de la inflación pueda nueva vez aumentar el desempleo.

El segundo factor, es uno más reciente, y se debe al desplome que han experimentado los precios del petróleo y sus derivados en los mercados internacionales. Leah McGrath de la revista Newsweek establece que en estos años los norteamericanos, en términos porcentuales, gastarán menos en gasolina y en sus facturas energéticas, que lo que gastaron en 1960. Se estima que entre 2014 y 2016, estos tendrán unos 700 dólares adicionales para destinar al consumo, y tomando en cuenta que el 70% de la economía estadounidense deriva de él, existen algunos temores de que en el mediano plazo esto pueda producir un salto moderado de la inflación, que desate una especulación inquietante tanto para los mercados como para los consumidores.

Estas son las razones por las que la Fed se disponía a aumentar las tasas de interés, y así evitar un posible episodio inflacionario. ¿Por qué, entonces, no lo hizo?

La primera explicación reside en el comportamiento observado en los mercados financieros de todo el mundo. Ante la presunción de que la Fed aumentaría sus tasas de interés, los mercados se desestabilizaron, y la mayoría experimentó descensos en los días previos a la toma de la decisión. Unos intereses más altos en EEUU encarecerían no solo el financiamiento del resto del mundo, sino que además encarecería el stock de deuda de las grandes empresas que actualmente están endeudadas en dólares. Esto, aunado a la segunda explicación, que no es más que la aparente desaceleración económica de china, dibujaba un panorama muy sombrío.

Imaginen una economía global, donde el actor que más ha aportado a su crecimiento en los últimos 10 años, China, entre en la pendiente negativa de la desaceleración, hacia la recesión. Los “commodities” caerían aún más, dado a que China es el mayor consumidor de ellos, y su demanda tendería a disminuir. Esto colocaría a las economías emergentes en aprietos, en especial a Brasil, Rusia y Suráfrica, por depender estas de la comercialización de sus materias primas. El primer efecto sería una mayor depreciación de sus monedas —porque el temor de una crisis económica empujaría a los capitales hacia monedas más fuertes como el Dólar— lo que por vía de consecuencia traería mayor inflación y un mayor desempleo, que servirían como caldo de cultivo para mayores dificultades políticas. Piénsese en Brasil y Rusia.

Si estas economías emergentes cayeran también en recesión, su consumo, y por ende sus importaciones disminuirían, y como China es el mayor exportador del mundo, esto contribuiría a precipitar aún más su estancamiento económico. A esto agreguemos una Europa que casi no crece, motorizada por la excepción que constituye Alemania, pero que depende desproporcionadamente de sus exportaciones; ¿quién compraría los productos alemanes? prácticamente nadie. China estaría en contracción económica, el resto de los BRICS por igual, y Estados Unidos, si subiera los intereses, en el mediano plazo también provocaría una disminución de su consumo, porque ahorrar sería más atractivo con una tasa de interés más generosa.

Ante tan ominoso escenario lo esperado es, precisamente, lo que vimos en las bolsas de valores en días pasados: una volatilidad provocada por unos capitales que buscan a cuáles compañías retirarles sus inversiones, por entender que estas disminuirían sus ventas en el marco de una desaceleración económica de múltiples países, y a cuales apostar ante el engorroso panorama anteriormente descrito.

Todo esto, y muchos otros elementos no mencionados aquí, que formarían parte de una extensa cadena de acontecimientos de carácter económico y financiero, pudo haber sido provocado por un simple anuncio de parte de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), de que se disponía a aumentar sus tasas de interés por primera vez desde el año 2006. Así de interconectado e intrincado es el mundo en el que habitamos actualmente.

El Petróleo
La noticia de que las potencias de occidente, lideradas por Estados Unidos, habían arribado a un acuerdo con la República Islámica de Irán, sumada a los signos de una desaceleración económica de China, seguro encuentran muy angustiado al gobierno de un país latinoamericano que actualmente afronta importantes dificultades económicas; nos referimos al caso de Venezuela.

La crisis política-económica de Venezuela se ha visto agravada, sin espacio a dudas, por el comportamiento del petróleo de los últimos meses. Con el desplome de esta materia prima, única exportación importante y principal fuente de ingresos de este país, se han visto disminuidos los recursos del Estado, y con ellos, la capacidad de prolongar con eficiencia lo orientación social de sus ejecutorias. Dicho de otra manera, la sostenibilidad del socialismo del siglo XXI está correlacionada positivamente con los precios del petróleo, y esto quiere decir, que mientras más descienda este, más descienden las probabilidades de subsistencia de este proyecto político.

Una vez levantadas las sanciones, la entrada de Irán al mercado significará 500 mil barriles de petróleo diario, con una proyección de llegar al millón de barriles por día, al cabo de seis meses. Esto ejercerá, por el lado de la oferta, mayores presiones para que continúe la baja. Por otro lado, si China efectivamente entrara en una espiral desaceleradora, su economía dejaría de demandar tanto petróleo, y esto, por el lado de la demanda, contribuiría a que continuara el desplome del precio de esta materia prima. Las consecuencias para la patria de Bolívar, son fácilmente deducibles.

Entendiendo el mundo
La FED, en lugar de proceder con un ejercicio de política monetaria estimado conveniente para la economía estadounidense, asignó mayor importancia a la estela de consecuencias que a escala global tendría su decisión. Ahí operó la “mano invisible” de la interconexión global.

Venezuela está a merced de lo que sucede en China (en más de una forma) y de los efectos que en el mercado mundial del petróleo tenga la nueva oferta Iraní. Han sido víctimas de la implacable interconexión global.

Es por eso que en estos tiempos tan complejos, cada vez más, detrás de lo que se ve, hay cosas que no se ven. Esperamos que las propiedades ilustradoras de este caso, nos ayuden a esculcar con mayor precisión, aquello que no se ve.

Ricardo Pérez Fernández
@Ricardoperezfde

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