El Tribunal del Distrito de Jerusalén ha dictaminado una pena de ocho meses de cárcel al ex primer ministro israelí, Ehud Olmert, en un nuevo capítulo de la interminable saga judicial que protagoniza desde su dimisión en el 2008.

Cuando era titular de Economía e Industria (2003-2006), Olmert recibió de forma ilegal alrededor de 200.000 dólares en sobres entregados por el empresario norteamericano Moshé Talansky.

Pero esta sentencia que incluye una multa de 100.000 shékels (alrededor de 23.000 euros) no es el principal problema de Olmert. En el 2014, fue sentenciado a seis años de cárcel por un grave caso de corrupción en torno al monumental proyecto inmobiliario «Holyland» de Jerusalén. Entonces, se le acusó de soborno, entre otros delitos.

Hace dos meses, los tres jueces del Tribunal de Jerusalén le condenaron por fraude y abuso de poder con circunstancias agravantes tras reabrir el «Caso Talansky» debido a la sorprendente decisión de la secretaria de Olmert, Shula Zaken, de testificar contra su ex jefe. A cambio de una reducción de su pena, la conocida y fiel (hasta ese momento) ayudante de Olmert reveló la existencia de una caja secreta. Por si no fuera suficiente, la Fiscalía aportó cintas que Zaken grabó de forma clandestina.

«Es una sentencia exagerada. Mi cliente está decepcionado. No hizo uso privado de esa caja. Tenemos 45 días para recurrir y así lo haremos», anuncia este lunes su abogado Eyal Rosovsky.

Tras recordar los otros casos de corrupción que ensombrecen la figura del ex jefe de Gobierno, la Fiscalía ha aplaudido la sentencia afirmando que «Olmert atropelló de forma grosera las normas de comportamiento público y ético traicionando la confianza dada por la sociedad. Como señaló el tribunal, una bandera negra ondea sobre sus acciones».

En las últimas semanas, Olmert pidió clemencia al tribunal recordando su contribución a Israel y el sufrimiento de su familia en estos años de acusaciones y juicios.

«Yo siento que no hay un castigo más grande que el que estoy sufriendo desde hace largos años. Cualquier castigo que me impongan se sumará a los momentos interminables de sufrimientos que me enfrento», había señalado Olmert que durante todo el proceso judicial no reconoció los delitos.

Entre las personalidades que testificaron a favor de su personalidad y contribución a la seguridad de Israel, se presentó el ex primer ministro británico, Tony Blair.

Tras una larga trayectoria en el Likud y diez años como alcalde de Jerusalén, Olmert abandonó el partido conservador en el 2005 para irse al centrista Kadima fundado por Ariel Sharon. Tras el masivo derrame cerebral sufrido por éste, se convirtió en primer ministro. A principios del 2006 y al frente de Kadima, Olmert ganó las elecciones pero sólo dos años después dimitió ante la tremenda tormenta mediática y judicial que desmoronó su mandato y futuro.

Siete años después de anunciar su marcha («me voy para defender mi inocencia»), Olmert es consciente que se convertirá en el primer jefe de Gobierno entre rejas. De momento y a falta de recursos, seis años y ocho meses.

«Mi cliente tiene casi 70 años, ha sido golpeado y humillado sin pausa, ha perdido todo lo que poseía y no tiene ningún futuro como representante público. Ya ha sido suficientemente castigado», afirma el abogado Eli Zohar en un último ruego antes de una nueva sentencia.

El «Caso Olmert» ofrece luces sobre el sistema judicial israelí y sombras sobre el hombre que fue alcalde de Jerusalén, diputado y ministro para acabar llevando las riendas del país.

Ironías del destino. El abogado que luchó con valentía contra la corrupción en los años 70 y 80 es hoy símbolo de una de las lacras más conocidas en el mundo.

SAL EMERGUI / EL MUNDO

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