Santo Domingo,

Con el caso “cerrado” del Plan de Regularización de extranjeros, al cual el presidente Medina no quiere referirse más, lo que le queda ahora es ocuparse de su campaña por la reelección y de convencer al PLD y al electorado de su viabilidad.

Medina ha recibido muchas críticas por su decisión planteada en el discurso que pronunció a todo el país el pasado miércoles, algo que tuvo que esperar por cuanto las disparidades comenzaron en el comité político entre él y el doctor Fernández y más allá.

Demasiado logró el presidente Medina con la obtención del apoyo mayoritario de los congresistas del PLD, los del PRD y el PRSC, en lo que se esbozaba como un eventual acuerdo político para la formación de un gobierno de unidad nacional.

Que la gran mayoría del país respaldara la decisión que adoptó de concurrir a las elecciones de mayo del 2016, como lo ha estado haciendo en los tres años que lleva en el poder, según las encuestas, podría haber sido una ilusión ya que los gobiernos se desgastan.

Medina ha tenido muchos ataques y opiniones negativas de parte de quienes creyeron que la reelección no se produciría, y un poco en silente disimulo, de los que estaban aferrados al doctor Fernández, a quien veían como su tabla de salvación.

Fue muy grande el esfuerzo del presidente Medina para poder acopiar los votos necesarios en el Congreso, que en sus dos cámaras acogió la iniciativa del comité político de reformar la Constitución, y luego lograr la reforma constitucional.

El haber acordado con el PRD y el PRSC, en lo que se espera la materialización de un régimen compartido a partir del año 2016, asumiendo que su partido seguirá el cronograma acostumbrado para la postulación y que ganará esos comicios, ha sido bastante.

Medina, no obstante, ganó también las peores descalificaciones por parte de viejos adversarios como los del partido Fuerza Nacional Progresista, FNP, quienes defendieron a muerte la posición de Fernández, proclamado “guardián de la Constitución”.

Los partidarios de Fernández estaban en todas partes, dentro del gobierno, fuera del mismo, entre los partidos aliados del Bloque Progresista y de muchos a quienes la mano bienhechora de sus doce años hizo cambiar de vida y escalar status económico y social.

Paradójicamente, el doctor Fernández tuvo que observar que se le habían alejado muchos de sus patrocinados directa o indirectamente por medio de empleos, canonjías, publicidad y consideraciones, y de quienes esperó, ingenuamente, el agradecimiento.

El largo camino
Medina tiene el largo camino de consolidar su propuesta de gobierno de unidad nacional con el PRD y el PRSC, de lo cual no ha hablado sino que trató públicamente una vez y al parecer lo ratificó ante el líder del primer partido, Miguel Vargas Maldonado.

Prevalido de esa propuesta y posiblemente de conversaciones recientes que no se han divulgado y que se derivan de las negociaciones para la votación en la Asamblea Nacional, Vargas Maldonado  esbozó un plan coincidente con el programa de Medina.

Al pronunciar un discurso al país expuso su sacrificio de abandonar la aspiración presidencial por el PRD para entregarle su endoso al presidente Medina. Se dice que como parte de ese arreglo todavía no definido varios perredeístas entrarán al régimen en agosto.

Así como evitó tocar durante su discurso del pasado miércoles el tema de las repatriaciones, que consideró “cerrado”, el gobernante no ha detallado el alcance de los acuerdos con PRD y PRSC, posiblemente en espera de tratarlo con el comité político PLD.

Algunos que han atacado con firmeza al presidente Medina, por haberse acogido ahora a la reelección no obstante que la repudió en el pasado, parece que confiesan también con sus quejas la debilidad de la oposición que no tiene hasta hoy un candidato común.

De hecho, en apariencia habrá tres coaliciones de partidos en las elecciones del año venidero; la de Medina, el PRD, el PRSC y otros 15 partidos menores; la de Abinader, sustentada por el PRM y otros grupos, y la de Guillermo Moreno, con Alianza País.

La división de grupos opositores es una esperanza de los sectores del oficialismo quienes quieren que el largo camino de once meses devenga en una enorme brega entre opositores por las múltiples aspiraciones y los callados desconocimientos entre ellos.

Una compactación de opositores dirigidos por el señor Abinader, aparentemente el más firme contrincante del presidente Medina, podría con un buen programa común, disminuir las posibilidades del gobernante y quizás aspirar a que haya una segunda vuelta.

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MEDINA MOSTRÓ GARRAS

La experiencia de que Medina mostró sus garras para ganar, al menos en principio, la contienda interna de su partido nada más y nada menos que contra el tenido como líder natural de la organización, el doctor Fernández, es una clara advertencia a los opositores.

A Medina le importó mucho, pero no lo demostró, que surgieran acusaciones de compra de legisladores en el Congreso Nacional para favorecer su causa. Los denunciantes de esa supuesta compra y venta de votos no han podido demostrar esa ocurrencia.

Al negociar un legajo de 15 puntos que le permitió conseguir el apoyo de Fernández con los votos de sus partidarios congresistas, Medina aceptó algunas concesiones que favorecían a los legisladores, como la propia repostulación, y la de alcaldes y regidores.

Esa fue la manera en que al parecer todos quedaron conformes. Para los legisladores, que cumplirán seis años en sus curules, se trataría de una adición de cuatro años si ganan los puestos en lo que muchos de ellos se han empeñado con verdadero afán, aunque hay considerable oposición en sus pueblos y nuevos aspirantes.

Medina, pese a sus garras, tendrá que proteger su reputación a partir del avispero surgido tras las negociaciones y el voto de la Asamblea Nacional, sobre todo por quienes ya anticipan que se utilizarán los fondos públicos para sostener la campaña.

Otra cosa es que, como tiene la mitad de su campaña hecha, por su inobjetable protagonismo institucional, el presidente pudiera tratar de que se alargue lo más posible el comienzo de la lidia, seguro de que tiene gabela por su experiencia y favor en las apuestas.

Medina seguramente no tendrá más el 80 ó 90% que las encuestas le asignaban a principios del año. Quizás, dadas las circunstancias, podría conformarse con un 60% en la víspera de las elecciones de mayo, atribuyendo a sus contrarios juntos el 40%, cuando solo necesita el 51.

Los cálculos opositores son otros. Creen que podrán llegar a un acuerdo de todos contra Medina, debilitar su credibilidad, derivar a su favor el rencor de los seguidores de Fernández, agitar al pueblo por sus mayores necesidades y quién sabe, lograr un vuelco de la opinión de los electores, en una especie de “primavera”, de aquí a mayo.

Guarionex Rosa/listindiario.com

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