Danilo Medina a dos años de su administración
LA GRACIA.- Hasta los más mezquinos reconocen que los dos primeros años de Hipólito Mejía fueron pasables. La desgracia, según ese decir, vino después del segundo año, aunque no se tienen claras las razones o se discutan los verdaderos motivos. Unos, que la corrida de los bancos. Otros, que la reelección. El trastorno de los bancos fue grave, pero la repostulación forzada, peor. Sin esa aventura de por medio el trance pudo haberse superado sin consecuencias políticas. No era posible resolver un problema económico creando otro político. Los estrategas de Mejía, si no fue cosa de él mismo, se perdieron en su propio bosque y no dejaron señales en los árboles ñ como en el cuento de niños ñ para asegurarse el retorno. La reelección fue un error, y puede comprobarse de muchas maneras. Una, comparando la votación del 2004 con la del 2012, en que igual perdió, pero no de manera tan vergonzosa. La reelección fue una real catástrofe, como para haber dejado el escenario de la política.
LA FORTUNA.- Las comparaciones son odiosas, y cada circunstancia tiene sus rictus y poses de amarguras. Maquiavelo, que se supo en las buenas y en las malas, dedicó en El Príncipe todo un capítulo a la fortuna, y aunque se dejó atrapar por las metáforas, quedó claro que era mujer y sobre todo caprichosa. No pueden confundirse los papeles, como se hace con el actual presidente, y creer que la popularidad de su gestión es un cheque en blanco que puede usar cuando quiera y en lo que quiera. No es lo mismo simpatía y preferencia por su buen desempeño de gobierno, que el otorgamiento automático de un nuevo mandato. Así no es la cosa. Una carreta cargada y colocada en una bajada podría halar el caballo, que se dejaría llevar sin oponer resistencia. Pero lo natural es que sea el caballo que arrastre la carreta, e incluso que lo haga según ordene la vara. Esos apremios de los últimos días, y que a núcleos sensatos del propio gobierno resultan inexplicables, no constituyen un buen síntoma ni ayudan a la mejor orientación. Navegar sin brújula, a lo loco, solo garantiza naufragio.
DOS AÑOS.- Cuando los oficialistas quieren excusarse de no haber hecho más de lo que nunca se había hecho, recuerdan que solo van dos años del período. Si dos años no han sido suficientes para cumplir todo lo prometido en campaña o realizar todas las obras que se tienen en carpetas, tampoco puede ser el justo tiempo para plantearse un nuevo mandato. Mucho más que hay impedimentos de orden constitucional que superar, o se tiene la decisión de alcanzar metas más difíciles y lejanas. La asistencia a los pequeños productores del campo y por igual de la ciudad, llena su cometido, y se verá su real impacto cuando se haga el estudio. Lo hecho hasta ahora en el campo de la educación significa un salto, por lo menos cuantitativo, ya que la infraestructura no lo es todo, pero sin infraestructura no se llega a nada. Y así en otras áreas de importancia como la migración, en que no se hace todo lo conveniente, pero sí se adelantan pasos posibles, y si se abrevia el desorden, se evita el caos. No hay dudas de que la República iba camino a un abismo.
LOS CHARCOS.- La situación es clara. No solo hay tareas pendientes, sino que hay que consolidar los avances logrados hasta el momento. Los críticos, y los hay ( aunque sea el 10 % de las encuestas ), intentan descalificar al presidente Danilo Medina y lo acusan de andar brincando charcos. La verdad que esos charcos había que brincarlos, ya que impedían que segmentos importantes de la población del campo accedieran a la economía y al bienestar. Además, y eso se ignora o no sabe, esos saltos de pozos estaban previstos en sus planes de gobierno. Ahora que la administración va a entrar en su tercer año, se hace necesario un balance y decidir las nuevas tareas, entre las que se cuenta proveer a otros sectores de la sociedad. Por ejemplo: ¿Qué ha hecho el gobierno por la clase media? Está bien que continúe con los programas de asistencia a los depauperados de las ciudades, pero no debe olvidar que la clase media fue un factor clave en su elección y que todos los estudios ñ sociales, económicos y políticos — coinciden en que sustenta la estabilidad, hasta emocional, de la Nación…