Santo Domingo
¿Qué empuja a los haitianos a escapar de su país? Esto tiene dos nombres: hambre, miseria. Y también culpables: una élite de familias súper poderosas.

Los primeros datos son conmovedores.

Mientras el 10 por ciento de los haitianos más ricos posee el 70% del ingreso total del país, el 78% de su población es pobre; el 50% acantonado en el área urbana está desempleada; 2,500,000 viven en la pobreza extrema; la esperanza de vida es de 61 años; la mitad de los niños menores de 5 años está desnutrida y más del 7% muere al nacer.

Todo anda muy mal allí. Las fuerzas gobernantes en Haití tienen un poder abrumador.

Les llaman plutócratas, un manojo de ricos que comprime a millones de necesitados en un país pequeño, empobrecido y endeudado.

Son usufructuarios de una opulencia, que contratasta con la vida azarosa de millones de haitianos apretujados en llanos, colinas y quebradas, o reclinados sobre ribereñas aguas malolientes e infestadas, casi entregando sus almas para sobrevivir su día a día.

Son pocos, pero controlan la economía y su forma de gobierno, espoleando con unas amarras que le dan bastante disfrute e influencia. Por eso, se les atribuye la culpa de los infortunios que oprimen y asfixian a la población empobrecida.

Aunque algunas fuentes establecen el número en diez, el diario Haití Observer dice que seis familias de la clase alta de ese país tienen el control total de las riquezas, aunque en la espiral se agregan decenas de poderosos.

Entre estas, cita a los Brandt, Madsen, Lacombe, Gardere, los Saba. Las dos primeras son originarias jamaiquinas que emigraron a Haití; los Biggios del Oriente Medio y los Madsens de raíces en Dinamarca.

También se menciona a Edouard Baussan, Richard Coles, Réginald Boulos, Gregory Mevs y Gilbert Bigio.

El diario Sunsentinel, editado en Broward, de Florida, ha dado nombres iguales a esas familias.

Controlan todo el armazón social, desde el cimiento de la economía, la base de todo el sistema productivo, hasta los ramales altos que hacen de sombrilla a la educación que moldea el pensamiento, y las leyes, el Ejército, la religión.

Son los dueños del poder, de las tierras fértiles, el dinero, los negocios, las empresas, las exportaciones, importaciones, los bancos, bienes raíces, las mansiones.

Es la élite haitiana en el poder, una minoría que decide el destino de ese país, decidiendo cuánto y qué su gente debe poseer, comer, aprender, disfrutar, y hasta cuánto tiempo vivir.

Es una clase política y económica dominante representada por los ministros, altos burócratas del gobierno, parte de la alta jerarquía religiosa y militar y los cuerpos diplomáticos, dentro y fuera de Haití.

La masa de pobres no tiene allí nada. Excepto su pobreza y sus fuerzas ya disminuidas por el cúmulo de penurias y, para sobrevivir mientras agota sus energías y duerme con su hambre, un poquito de esperanza.

La vulnerabilidad de la gente es extrema y las imágenes de lo que pasa allí son estremecedoras.

Sus problemas vienen originados por una larga historia de más de 400 años de colonialismo, esclavitud y explotación.

El colonialismo francés, las intervenciones norteamericanas y las tenebrosas dictaduras causantes de éxodos y empobrecimiento extremo.

La miseria e injusticias del sistema social y político imperante en Haití es la causa oculta de las miserias de los haitianos, que no han encontrado más salida que huir hacia este lado de la isla o encaminar su rumbo hacia el arco insular de las 27 pequeñas naciones de las Antillas Menores, o las islas de Cuba, Jamaica y Puerto Rico.

Organismos internacionales han puesto al desnudo los hechos e identificado a los culpables del sufrimiento de los haitianos, que coexisten apretujados entre el aire seco de un congestionado territorio de 27,750 kilómetros cuadrados.

Las evidencias de cómo un puñado de gente controla todo, incluyendo el derecho a la existencia de los hambrientos en Haití, son demoledoras.

La realidad al desnudo
El Programa Mundial de Alimentos presentó un informe reciente sobre Haití en el que contextualiza la situación del hambre en ese país, retratando el gran problema de inequidad social de su sistema.

El primer dato es conmovedor, poniendo el resto al descubierto: mientras el 10% de los haitianos más ricos posee el 70% del ingreso total del país, un total de 2,500,000 haitianos viven en la pobreza extrema, haciendo esto de Haití el país más pobre de las Américas.

Entretanto, dos de cada tres haitianos viven con menos de dos dólares por día, siendo esa la situación del 82% de la población rural; el 50% de la población urbana en Haití está desempleada y los desastres producto del cambio climático amenazan a más de 500,000 haitianos cada año.

A pesar de que la agricultura es un importante sector de su economía, Haití no produce suficiente alimento e importa más del 50% de lo que consume su población, siendo su producto de primera necesidad el arroz, del cual importa el 80%.

El 90% de los agricultores depende de las lluvias para la cosecha, ya que solo el 10% de los cultivos son irrigados; 100,000 niños menores de 5 años sufren de desnutrición aguda mientras que uno de cada tres niños sufre de retardo en el crecimiento; menos del 50% de los hogares tiene acceso a agua potable y solo el 25% se beneficia de un saneamiento adecuado.

Un tercio de los niños y mujeres de Haití están anémicos.

El colmo
Por su parte, la institución Haiti Partners, que ayuda a los haitianos a lograr cambios a través de la educación, ha presentado un informe trastornador sobre la realidad de ese vecino país.

Según Partners, el ingreso nacional bruto per cápita de Haití es de 660 dólares; el 78% de los haitianos son pobres (menos de 2 dólares al día), y el 54% vive en la pobreza extrema (con menos de 2 dólares al día).

Indica que en las zonas rurales, la pobreza y la pobreza extrema se estiman en 84% y 69%, respectivamente; más de dos tercios de la fuerza de trabajo no tienen empleos formales; la esperanza de vida es de 61 años; la mitad de los niños menores de 5 años están desnutridos, y más del 7% de los niños muere al nacer.

Asimismo, por cada 100.000 nacimientos, 523 mujeres murieron en Haití, en comparación con ocho muertes maternas por cada 100.000 nacimientos en Europa; el 80% de 1,000 niños haitianos nunca ve su primer cumpleaños; el 50% de los niños en edad escolar primaria no están matriculados en la escuela; un tercio de las niñas de más de seis años nunca van a la escuela y más del 50% de los niños que asiste a la escuela está por encima de la edad requerida.

Otros datos de Partners indican que en Haití, aproximadamente el 30% de los niños que asiste a la escuela primaria no lo hará hasta el tercer grado; 60% abandona la escuela antes de sexto grado; menos de 40% de las escuelas no públicas están acreditadas; sólo el 15% de los docentes en el nivel primario tienen calificaciones de los maestros básicos (incluyendo títulos universitarios), y casi el 25% nunca ha asistido a la escuela secundaria.

Y aproximadamente el 75% de todos los maestros carecen de una formación adecuada; muchos tienen sólo un noveno grado o grado 12 de educación, sin la formación de docentes en absoluto; menos del 20% de las escuelas tienen electricidad; 39% tiene agua potable; 15% tiene una biblioteca; la educación pública representa menos del 20% de la matrícula, y menos del 10% de las escuelas, en el nivel primario.

Los costos estimados escolares anual promedio son de 131 dólares por niño, incluyendo uniformes, libros, materiales y transporte; el 37,9% de la población no sabe leer ni escribir.

Las devastaciones
Haití tiene las tasas más altas de deforestación de cualquier país del mundo. Sólo un 2% por ciento de los bosques originales de Haití permanecen.

La deforestación a gran escala ha contribuido significativamente a graves problemas socioeconómicos, persistentes. La pérdida de suelo por la erosión y las inundaciones, la degradación de los recursos hídricos y la destrucción del hábitat han casi paralizado la agricultura y reducido drásticamente la biodiversidad en Haití.

Qué preocupa al gobierno
La extraordinaria congestión de sus ciudades y aldehuelas, a todo lo largo y ancho de sus 27,750 kilómetros cuadrados, de los cuales 27.560 kilómetros son tierra y 190 agua, ahoga a los haitianos.

Muchos pobres y pocos ricos, poco espacio y mucha gente, muchas bocas y poca comida.

El presidente Michel Martelly dice estar preocupado ahora con la llegada de miles de haitianos que regresan de forma voluntaria tras perder el chance de regularizarse aquí, aunque parece que la reducción del ingreso por remesas es su temor, además de que habrá más búsqueda de empleo y reclamos sociales.

En su actualización del martes, Trading Economics, que ofrece información para 196 países, incluyendo datos históricos para más de 300,000 indicadores económicos, tipos de cambio, índices bursátiles, rendimiento de bonos y precios de las materias primas, establece que en Haití la tasa de desempleo ya alcanza el 40.60 por ciento.

La incapacidad del gobierno haitiano para encontrar vías de bienestar para sus conciudadanos se agrava con el hecho de que hoy en día, el 98% del suelo vegetal de Haití, cuya población está más concentrada en las zonas urbanas, planicies costeras y valles, ha desaparecido, al haber utilizado estas zonas para procurarse combustible de cocina, destruyendo sus suelos fértiles. Además, la erosión a causa de la deforestación ha causado inundaciones periódicas.

Los problemas
Sólo el 2% por ciento de los bosques originales de Haití permanecen, pero están desapareciendo a un ritmo de 10 por ciento cada cinco años, de acuerdo al grupo Birdlife International y la Sociedad Zoológica de Londres. Los bosques están siendo talados por las comunidades desesperadamente pobres que cortan los árboles para leña y luego utilizan la tierra para cultivar.

Temor del gobierno de Martelly
Haití no quiere el regreso de miles de ilegales que regresan a su país. El presidente Martelly, usando astucia política, trató de ocultar el malestar que genera el hambre y las miserias y empujan la salida de sus ciudadanos, alegó en su discurso en la última Cumbre del Caricom, para ganar apoyo, que la llegada de haitianos, “puede poner en peligro la paz y la seguridad regional”. Pero no es así. El problema está en su casa, no fuera.

Lo que Martelly teme es a un hervidero popular en las calles por los males que carga su pueblo ante la crisis económica y la inestabilidad política de Haití. Ante eso, busca una excusa, un culpable y una salida.

Mientras a las masas pobres les sean ignorados sus reclamos por el cúmulo de deudas pendientes, y los gobernantes en Haití se resistan a compartir los beneficios de sus aportes, nadie podrá detenerlos en los mares ni en el cruce por fronteras ajenas.

RECHAZAN TRATO HAITÍ AL TEMA MIGRATORIO De acuerdo a una encuesta del portal digital HPN Haiti Press Network, una mayoría de sus lectores, que participaron en el sondeo, hasta las 9:00 de la noche de ayer, consideró que el gobierno haitiano no ha hecho un buen manejo del tema sobre la repatriación de ilegales por parte de República Dominicana. De 207 participantes, 190 (91.79%) respondió No, mientras que solo 17 (8.21%) dijo que estaba de acuerdo con el manejo que ha dado Haití al tema migratorio.

Guillermo Pérez/listindiario.com

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