Yeni Berenice Reynoso es un nombre de nueva generación, y la estampa de esa joven mujer convoca en mi mente una estrella de Blues norteamericana, posee facilidad de palabra, va atildada a lo diva, repleta de energía.

image Es una empleada pública al servicio de la justicia dominicana, obedece al procurador de la república y la designó en el cargo el presidente. Una vez creí en su independencia.

Esta deslumbrante profesional acaba de distorsionar las funciones de su cargo respondiendo a intereses políticos. Se ha desprestigiado. Pero puede demostrar, ya lo veremos, que estoy equivocado, que la estoy mal interpretando, y obligarme a pedirle perdón.

La reciente negociación con un confeso enemigo público, falsificador de medicamento, traficante de drogas ilícitas (como debe llamársele a toda medicina vencida y alterada), José del Carmen Cruz, un delincuente peligroso, hace pensar que ella sirve al poder y a sus aliados. Sin embargo, tiene en sus manos la oportunidad de hacer un contundente desmentido haciendo lo que le corresponde: mostrar, de forma convincente y bien documentada, algunos detalles de ese sospechoso y desgraciado acuerdo.

Nos dice la fiscal que los millones, propiedades y vehículos, devueltos a ese malandrín y señor de altas amistades, aliado reformista, se fundamentó en que esos bienes fueron el producto de negocios legales. Bien. Estupendo. Desearíamos creerle. Sin embargo, esa credibilidad sólo se logra con documentos que certifiquen el nombre de esas empresas, dónde se ubican, cuándo se fundaron, y, sobre todo, la procedencia del capital fundacional. A paso seguido, deberá, recibo en mano, demostrar que el convicto – ya en pleno derecho para volver a “trabajar” en esta sociedad – ha pagado impuestos al fisco, ajustado a esas riquezas.

Que desvele esos papeles, que nos calle la boca.

Otra cosa: la señora fiscal debe entender – quizás desde las alturas no se entienda – que aquí “Juan Bobo” y “Pedro animal” ya no ejercen. ¿O es que pretenden hacernos creer que el bandido de José del Carmen, hacía “delíveri” con sus fármacos podridos, que llevaba él mismo a la cama de los enfermos su sucia mercancía? ¡Que nadie es idiota, licenciada! Era una red organizada, se repartía dinero de arriba para abajo y de abajo para arriba.

Sospechamos, principal empleada judicial encargada de combatir el crimen, que usted obedeció una orden, viéndose obligada a lograr un acuerdo para proteger una cadena de corrupción: “José, empresario amigo, si te callas te devuelvo lo tuyo, y sales a la calle en un dos por tres. Te estaremos muy agradecidos, quién sabe si te sale algún carguito en el nuevo gobierno de Danilo…”

Fiscal? la pondrían a “botar el cuadre “, a colocarse del lado de apañadores de la corrupción y de quienes protegen delincuentes? ¿Aceptó usted distorsionar sus funciones? Parece que sí.

Pero recuerde, todavía puede hacerme quedar mal. Preséntese en público, demuestre que ese confeso criminal es un empresario que ha cumplido con la ley. Ah, y también explique cómo pudo el ex diputado actuar sin la complicidad de altas instancias dentro del ministerio de salud durante tanto tiempo. Si puede hacerlo, hágalo rápido. Hay manchas que, si no se lavan pronto, no pueden borrarse.

Segundo Imbert Brugal/acento.com

Psiquiatra, observador socio- político, opinador. Aficionado a las artes y disciplinas intrascendentes de trascendencia intelectual.

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