Reuters Health
Nueva York
Una revisión de estudios publicados sobre la utilidad de los suplementos de ajo contra la hipertensión identificó un beneficio leve del «tratamiento» alternativo popular y los autores instaron a realizar estudios más rigurosos y prolongados para evaluarlo.

«Muchos hipertensos se oponen al uso de los antihipertensivos convencionales y son más abiertos a los tratamientos ‘naturales'», dijo el autor principal, doctor Alain Nordmann, del Instituto de Epidemiología Clínica y Bioestadística de la Universidad de Basilea, Suiza.

«Existe alguna evidencia de que el ajo reduce la presión en personas hipertensas en el corto plazo, pero la calidad de los estudios no es tan buena y faltan estudios en el largo plazo», indicó vía e-mail.

Casi uno de cada tres adultos estadounidenses es hipertenso. Esto eleva el riesgo de tener infarto, insuficiencia cardíaca y enfermedad renal. La hipertensión causa en el mundo la mitad de las muertes por infarto cerebral o enfermedad coronaria, según publica el equipo de Nordmann en American Journal of Hypertension.

Una cantidad significativa de hipertensos no tiene la enfermedad controlada y un motivo es la falta de adherencia al tratamiento. Muchos comienzan a consumir ajo seco en cápsulas como una alternativa a los fármacos, pero sólo unos pocos estudios identificaron algún beneficio.

El equipo reunió los datos de nueve estudios publicados sobre un total de 482 hipertensos (con por lo menos 140/90 mm Hg, el valor de corte diagnóstico de la enfermedad, en los controles).

En todos los estudios, los autores habían comparado el ajo con placebo o el tratamiento tradicional durante no menos de cuatro semanas. El equipo halló que el uso de ajo provocaba una reducción estadísticamente significativa de ambos valores de la presión: 9 mm Hg de la presión sistólica o máxima y de 4 mm Hg de la presión diastólica (mínima), comparable con el efecto de los antihipertensivos, por lo menos en el corto plazo.

Pero los autores aclaran que la mayoría de esos estudios eran pequeños y que los métodos utilizados no eran los ideales.

Casi todos habían analizado el efecto del ajo en polvo, pero con dosis de entre 600 y 2400 mg/día. En algunos estudios, se había utilizado ajo fresco.

Cuando el equipo repitió el análisis sólo con los estudios de mejor calidad, la efectividad del ajo perdió fuerza. «Más de 25 años después del primer estudio, es tiempo de realizar ‘el’ ensayo definitivo», sostuvo Nordmann. «Pienso que el financiamiento es el problema porque ninguna empresa farmacológica está interesada en un producto natural para bajar la presión».

Recomendó que quienes estén pensando en consumir ajo, esperen hasta contar con estudios de mejor calidad. «Si se rehúsan a utilizar los antihipertensivos convencionales, entonces el ajo es una opción, pero con un monitoreo cuidadoso de la presión», aclaró.

«El equipo hizo un esfuerzo de buena fe para evaluar detalladamente la literatura médica sobre el efecto potencial del ajo en la presión», opinó el doctor Robert Ostfeld, cardiólogo y director del Programa de Bienestar Cardíaco del Centro Médico Montefiore, de esta ciudad. «Y hay motivos interesantes para pensar que el ajo sería efectivo para la presión porque existen otros estudios que sugieren que mejora la función vascular, es antioxidante y antiinflamatorio».

Ostfeld coincide en que la evidencia es insuficiente para decir que es una terapia antihipertensiva efectiva. Lo único que se puede asegurar que el consumo de ajo es seguro, excepto en los usuarios de anticoagulantes, como Coumadin.

Aconsejó que esos pacientes conversen con sus médicos antes de utilizar ajo. Agregó que es muy importante que la población sepa que, con estos datos, no debería reemplazar con ajo los tratamientos antihipertensivos de probada efectividad.

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