Santo Domingo,
Podrían tener razón las dos partes, Persio Maldonado y los directores de periódicos que quieren que el presidente Danilo Medina hable a la prensa, y el ministro Administrativo, José Ramón Peralta, que dice que el estadista no está para hablar sino para gobernar.

El aparente inconveniente le ha dado una buena oportunidad a la oposición que está rezagada en la campaña electoral distante seis meses y que requiere con urgencia explotar los escándalos o lo que parezca para situar al régimen a la defensiva.

Los últimos meses han sido azarosos para el régimen. Desde que el viceministro de Puerto Plata, apodado El Querido puso a reír al país con su ocurrencia de la “segunda base”, que afrentó a su familia, hasta la fuga de los presos franceses, todo anda mal.

En medio, el escándalo de la OISOE, la expulsión forzosa de un raso contestatario que llevó su caso del “sueldo cebolla” a las redes sociales, de un coronel de la Policía, un general y varios oficiales del Ejército envueltos en malos pasos. Todo aparenta dificultad.

Es ganancia para los opositores a Medina quien busca la reelección con sus programas en la mano y una cantidad inmensa de obras que pueden ayudarlo. Hasta su plan de hacer total la tanda extendida de clases ha concitado rechazo de sectores interesados.

Algunos de los escándalos son atribuidos por observadores a que el régimen de Medina ha sido lento en cortar de raíz los problemas. Se han agigantado porque al parecer hay que evitar los ruidos, pero la realidad es que los ruidos pequeños se han hecho grandes.

Lo que pide Persio
Persio Maldonado, el reconocido y gentil director de El Nuevo Diario acaba de pedir que el presidente Medina hable, que no se limite a fijar su posición sobre los temas nacionales mediante Twitter, que le da 140 caracteres en comunicación de una sola vía.

“Hemos ido involucionando desde el punto de vista de la libertad, porque es verdad, podemos decir un poco de todo, pero usted no me deja preguntarle”, una preocupación que es compartida por muchos de los medios de comunicación en conversación monotemática.

Maldonado lamenta que se esté llegando al extremo de que los medios publiquen lo que los gobiernos quieren, debido a que no se exponen a que los periodistas pregunten. Recuerda que hasta el doctor Balaguer, quien era arisco a la prensa, permitía las preguntas.

Ciertamente el doctor Balaguer no era muy favorable a las ruedas de prensa. La primera que dio tras volver en 1966, le resultó desagradable por las preguntas, no volvió a darlas sino que prefirió encontrar en los pasillos a los periodistas que cubrían el Palacio Nacional.

Así, algunos de los que reportaban desde el Palacio, recordaron que tampoco cuando Trujillo se ofrecían las ruedas sino que se le dictaba al reportero qué publicar. Balaguer varió el estilo pero siguió siempre reticente a someterse al careo.

Una vez tiró a la desgracia para siempre, porque el reportero abandonó la profesión, a uno que le repitió tres veces la misma pregunta en forma sutilmente variada. Balaguer le dijo molesto: “es que usted no tiene cerebro….”. El comunicador era contestatario.

Hace días los republicanos se resintieron en Estados Unidos con el debate que patrocinó la cadena NBC, con su filial CNBC, porque algunos candidatos se quejaron de las preguntas “capciosas”. Dijeron que no va el debate por la cadena (NBC) y Telemundo, el 26 de febrero próximo.

En su respuesta a las quejas de algunos candidatos y las acusaciones de supuestas preguntas capciosas de los periodistas, la cadena NBC dijo que no había preguntas de ese tipo, que lo importante eran las respuestas. Se puede responder “no comentarios”.

Hace días en Haití, el candidato (se cree que puntero), Jude Celestin rechazó concurrir al debate de candidatos en vísperas de los comicios, de cuyos resultados todavía se espera. Durante toda la campaña eludió a los medios. Ese, mal o bien, era su derecho.

El presidente Medina ha eludido demasiado a los medios. Su austeridad quizás la ha llevado muy lejos tratándose de una persona versada, un político de éxito, con muchos amigos en la prensa no rentada y que domina los números, la economía y la política.

Su austeridad en lo social ha ido al extremo. En más de tres años no ha ofrecido una sola recepción en el Palacio Nacional, lo que hace para los diplomáticos el destino de Santo Domingo muy aburrido. Medina no quiere que se le vea como gastador y derrochador.

El Palacio fue el centro de la actividad social al retorno de Balaguer en 1966. Aunque el gobernante era austero pensaría que luego de las angustias de la revolución, tenía que revitalizar el ánimo de la clase gobernante y de los diplomáticos acreditados.

¿Qué dice Peralta?
Bueno, el ministro Peralta, por quien al parecer opina el presidente Medina, dice que el gobernante no está en el puesto para hablar sino para gobernar. Medina ha privilegiado sus contactos con el pueblo, aunque prometió en su campaña hacerlos con la prensa.

Quizá se llega lejos en la crítica al considerar que porque el presidente Medina no ofrece ruedas de prensa o contactos periódicos con los medios sea el preludio de una dictadura. Hay algún espanto, pero hay también contradicciones políticas internas.

Un medio tituló que “Peralta no cree Danilo deba hablar”, pero eso no fue lo que el ministro dijo según se le oyó en la televisión. Lo conveniente para la prensa es que el presidente Medina hable con la frecuencia debida y que democratice su diálogo con la gente.

Al ministro Peralta le han caído muchos de los problemas del Estado y las respuestas que el régimen quiere dar a la prensa; le ha perjudicado su fama desde un día en el cual unos campesinos rechazaron que otro atendiera un problema, “porque Peralta es el que resuelve”.

Peralta ha de estar angustiado con todo lo que viene a su despacho, lo que alegra al resto de la burocracia que se sacude las manos en la tarde y sale de las oficinas a unirse a tiradores de cantina y trepadores en los restaurantes a cargo del presupuesto.

La reina Isabel no da ruedas de prensa pero se cree que su reinado es el más transparente de Europa, pese a la pompa a que la obliga el protocolo. Se quejan en su país de que es una mujer tan austera que regatea el pago a los criados por largas jornadas en sus palacios.

Cuando el papa Francisco visitó Estados Unidos conversó con la prensa en el avión en viaje a Cuba y desde allí a Norteamérica y de vuelta al Vaticano. Respondió preguntas de los católicos en Filadelfia y sus estrategas armaron un tinglado de prensa del cual salió ileso.

En Washington DC, Francisco se reunió con un viejo amigo y su pareja gay masculina y con una secretaria, Kim Davis, de un condado de Kentucky, que por su religión, se negó a firmar el matrimonio a parejas del mismo sexo. El Vaticano no ocultó esas noticias, porque la prensa tiene mucha importancia y merece respeto.

Guarionex Rosa/listindiario

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