La multitud de obstáculos que Frank Rainieri ha tenido que superar para alcanzar el éxito, lo convierten en un “gladiador” con su esfuerzo tesonero ha elevado la calidad de vida de todo el país y ha traído riquezas a muchas personas.

Aquí sólo seré un número de seguro social; pero en mi país seré Frank Rainieri”, dijo a sus compañeros en la escuela de negocios del Saint Joseph College en Philadelphia. Éstos no podían creer que despreciara la oportunidad de un salario de US$ 25,000 al año en una gran corporación americana, para aceptar trabajar por RD$ 275 al mes en una media isla del caribe, convulsionada por una guerra civil y una profunda crisis económica y social.
Este es Frank Rafael Rainieri Marranzini. Empresario innato, con visión propia y revolucionaria del futuro; una fe inquebrantable y “perseverancia espartana” que ha logrado convertir una región inhóspita y sin posibilidades de desarrollo económico, en el más pujante y efervescente polo turístico del océano Atlántico. A estas virtudes le acompañan un gran amor por su país, unido a una apreciable sensibilidad y responsabilidad social, que su humildad no le permite “sacar partido”. Estas páginas cuentan su historia, para inspiración de muchos a seguir su notable ejemplo.

¡Si no fuera por Punta Cana!
¿Qué sería del país sin el turismo? ¿Qué sería del turismo sin Punta Cana? ¿Qué sería de Punta Cana, si no fuera por Frank Rainieri? En 1980 el turismo generaba apenas US$ 172.6 millones y tan solo 20 mil empleos. Para el 2007, según el Banco Central, el turismo aportó un valor agregado a la economía nacional de más de RD$ 145.7 billones, equivalente al 10.7% del PIB. Igualmente generó US$ 4,025 millones, para un 25% del total de dólares ingresados al país (exportaciones totales, remesas y rentas financieras), financiando el 61.2% del déficit comercial y aportando 32% más divisas que las remesas provenientes del exterior. También el pasado año, 190 mil personas fueron empleadas por el turismo, por lo que se estima que al menos, 350 mil familias viven del sector. La inversión en el sector ha sido clave para lograr este desarrollo. “La industria sin chimeneas”, como la bautizara don Ángel Miolán –otro gran visionario del turismo dominicano- recibió sólo en el 2007, unos US$ 1,168 millones de inversión extranjera directa.
Esto representa más del 60% de este rubro, partiendo de que al menos el 90% de la inversión inmobiliaria se realiza en los cónclaves turísticos del país. La inversión acumulada sobrepasa los US$ 3,800 millones en el período 1993-2007.
La región Este, específicamente la zona de Punta Cana-Bávaro, es la mayor responsable del desarrollo turístico del país. Sólo en los primeros 5 meses de este año, el 53.7% de los 1.68 millones de extranjeros entraron al país, lo hicieron por el Aeropuerto Internacional de Punta Cana. Desde el 2006, más de la mitad de los turistas que vienen a la República Dominicana, ingresan por dicha terminal aérea. No sorprende pues que cerca d el 50% de las 64,868 habitaciones hoteleras del país se ubiquen en esa zona.
Para el 2006, los hoteles de la provincia constituían el 18.8% del total de 695 establecimientos que había en el territorio nacional y representaban el 44.3% del total de habitaciones. La visión y tenacidad de un solo individuo, se ha transformado en más de US$ 10,000 millones en activos en la zona. Se estima que en los últimos 10 años, la provincia debe haber aportado entre el 35% y el 42% de los US$ 32.8 billones de ingresos generados por el turismo. Esta proporción podría ser mayor, pues el turista que visita esta región, gasta más dinero y se queda más tiempo.

HAYDEE KURET “arma secreta” de Frank Rainieri.

Sin disponer de un sofisticado modelo econométrico podemos inferir con bastante propiedad que de no haberse desarrollado el turismo en la región de Punta Cana-Macao, el país recibiría hoy sólo unos 1.6 millones de turistas, en vez de 3.4 millones.
Éstos generarían US$ 1,900 millones, en lugar de US$ 4,000 millones, (otros US$ 430 millones en inversiones en bienes raíces en la zona tampoco se habrían materializado). Tendríamos un tipo de cambio de entre los $36 y $42 RD/US y el doble de inflación.
Habría 36 mil empleos menos y el PIB sería menor en cerca de RD$ 72 billones. Estas cifras serían al 2007, pues no consideran el efecto acumulado a través del tiempo. En los últimos 10 años, se estima que la región ha generado entre US$ 11 y US$ 13 billones en divisas. Esto significa unos RD$ 358.5 billones menos de riqueza nacional. Con el apoyo del Estado, “los logros alcanzados hubiesen sido el doble o el triple”. Nos preguntamos: ¿Quién es Frank Rainieri cuya osadía, ímpetu y gran capacidad para superar obstáculos, pareciera ser el único motivo por el cual los Gobiernos de las últimas 3 décadas, estimaron “innecesario” apoyar sus esfuerzos por desarrollar esta región?

 

 

 

 

 

 

 

Perfil del Conquistador

“¿Qué pasa que no empezamos a votar? Son las 7.30am y estoy aquí desde las 6am”, dijo Frank Rainieri a los delegados de la mesa electoral en el colegio La Salle donde siempre ha votado.
“Es que no ha llegado el presidente de la mesa, estamos tratando de elegir uno pero nadie quiere quedarse tan tarde y hacerse responsable de contar votos, firmar las actas y llevar las urnas a la JCE”, le respondieron. “¿Me aceptan a mi?, volvió a preguntar Rainieri. “¿Si usted quiere? ¡No hay problema!”, le dijeron.
Desde 1986, don Frank ha sido el presidente de su mesa electoral. Esta acción refleja su gran patriotismo y responsabilidad social. ¿Cuántos empresarios más hubieran hecho lo mismo? “Nos quejamos y criticamos, pero no participamos en los procesos institucionales. La fragilidad de nuestras instituciones existe porque no asumimos la responsabilidad ante ellas.”, declaró recientemente Rainieri a otro medio de comunicación.
Doña Haydée Kuret de Rainieri, “su mano derecha”, define a su esposo como un individuo de una “gran sensibilidad humana, con un inmenso respeto y amor por su país”. Su hijo Frank Elías nos cuenta con orgullo que ante todo valora la calidad humana que caracteriza a su padre. “Siempre se ha preocupado por despertar en nosotros el afán de ayudar, servir, y contribuir en la medida de nuestras posibilidades al desarrollo de nuestra sociedad”, concluye Frank jr. De tales virtudes no caben dudas. A temprana edad y durante las noches, don Frank enseñaba a obreros a leer y escribir en los salones del colegio La Salle mientras se hacía bachiller. En el populoso barrio de Cristo Rey, trabajo “hombro con hombro” junto a prometedores líderes como Alfredo Pacheco, pasado presidente de la Cámara de Diputados.

PRIMERAS CABAÑAS de Punta Cana Club.

“Enseñar con el ejemplo” es su filosofía favorita. Siendo un joven de apenas 19 años, ya era empresario. Había formado junto a Peter Morales y Sebastián Pastoriza, un “negocito” de tractores y fumigación aérea con RD$ 5 mil de capital. Para entonces creía que el futuro del país estaba en la agricultura. Trabajó en la estación experimental de Juma en Bonao y allí conoció todo sobre la producción de arroz. Convencía a agricultores a sembrar las variedades de arroz híbrido y adoptar sus técnicas de abono y fumigación, garantizándoles el pago de la producción de 10 tareas bajo el rendimiento habitual.
Al triplicar la productividad del cereal por tarea de tierra sembrada, el negocio quedaba cerrado. Arriesgarlo todo por lo que cree y perseverar hasta lograr lo propuesto, serían cualidades que más adelante le servirían de mucho en los negocios. El arrojo y osadía serían otras de sus virtudes.
Frank Rainieri es sobretodo un “fajador; un trabajador incansable que no se amilana ante los obstáculos, sin importar que tan grande parezcan”. Su hijo, Frank Elías, le llama la “evidencia palpable de lo que representa el esfuerzo y perseverancia en una persona”. Recién casado con la beldad Haydee Kuret (Miss Azúcar 1971), pasó su luna de miel en el Punta Cana Club. ¡Por supuesto! Pero esta celebración duró apenas dos días, pues al tercero se “llenaron las cabañitas y había que ganarse el pan”, nos cuenta doña Haydee. Recuerda como para abastecerse debían conducir 5 horas en un viejo jeep hasta llegar a Higüey, cargarlo de pollos, huevos, plátanos, arroz, material de higiene y limpieza, etc., y manejar otras 5 horas de regreso. Desde la ciudad capital, el viaje duraba al menos 8 horas y Frank lo hacía varias veces al mes. Para evitarle ese trauma a sus clientes, el joven Rainieri había construido una pequeña pista de aterrizaje entre la maleza. Don Frank aprendió a pilotear una avioneta “para también ahorrarse el piloto” en sus numerosos vuelos a Punta Cana.

“En la adversidad conviene muchas veces tomar un camino atrevido”.
Lucio A. Séneca

Quince años después, cualquiera pensaría que el “negocito hotelero” ya dejaba unos chelitos como para ir más cómodo; pero no.
Rainieri, principal ejecutivo de Punta Cana y Presidente del flamante aeropuerto internacional pasaba a recoger personalmente cada sábado a los oficiales de inmigración, aduanas, del DNI y el vigilante privado contratado como seguridad en una camioneta de Gaetano Pellice. El estrenado aeropuerto, que recibió 2,976 turistas extranjeros en su primer año, los cuales venían desde Puerto Rico en un pequeño avión para 19 pasajeros de la aerolínea Prinair. Para llegar a tiempo debía levantarse a las 4 de la mañana, para estar en San Pedro de Macorís, donde les brindaba desayuno a sus compañeros de faena, luego se presentaban a las 10 a.m. en el aeropuerto. Con frecuencia, arribaban hasta tres avioncitos. Partían de regreso como a mediodía, para llegar a la capital ya entrada la tardecita.
Don Frank descansaba unos minutos y se alistaba para amanecer trabajando en la discoteca Neón; otro “negocito” part time con el que mantenía a su familia. ¡Qué bárbaro! Trabajar como un buey. Pero ese trabajo era necesario para llenar las 350 habitaciones del Club Med y mantener vivo el sueño de Punta Cana; sueño que exigió superar multitud de obstáculos.

Carrera de obstáculos
“Entonces, ¿qué se puede hacer con este terreno?”, preguntaron al tipo que manejaba la propiedad del tamaño de la isla de Manhattan.
“Bueno, se puede exportar arena a Puerto Rico para empañete o talar los árboles de guayacan que se encuentran en la propiedad”, respondió “el Americano”. También habían tratado de exportar cangrejos, pero tampoco funcionó. Después de invertir US$ 200,000, aportados por 40 ó 50 prominentes socios, no sabían que hacer con el terreno de casi 58 millones de metros² que habían comprado meses antes. Continuaron haciéndole preguntas que no pudo responder. Entonces, le pidieron opinión al joven Frank Rainieri quién se aventuró a proponer desarrollar un proyecto turístico. Sin proponérselo, manifestaba la vena hotelera heredada de sus abuelos paternos quienes vinieron de Italia a finales del siglo XIX e instalaron en Puerto Plata el Hotel Europa. Desde el año de 1896 y por 50 años, éste fue el mejor hotel de la zona norte.
Pareció gustarles la idea y le pidieron su tarjeta. Una semana después, Theodore W. Kheel, lo invitó a pasar el 4 de julio del 1970 a su casa de Saint Thomas. Le acompañaba su socio, el rudo sindicalista, Joseph Lane Kirkland. “¿Qué harías si estuvieras a cargo?”, le inquieieron. “Primero, hay que comprar un bulldozer y un camión para hacer un caminito y llegar a la propiedad.
Segundo, hay que construir unas cabañas para hospedaje e instalar una pequeña planta eléctrica para darles electricidad.
Y tercero, hay que construir una pequeña pista de aterrizaje para traer aquellos clientes que prefieran venir en avioneta”, respondió Rainieri.
“¿Cuanto ganas?, le preguntó a seguidas Ted Kheel. “US$ 800 al mes”, respondió sin ruborizarse el joven Rainieri. “Mi papá ganaba eso y tenía 60 años”, recuerda hoy con picardía el único embuste que le ha dicho a Ted Kheel, quién a la sazón apenas llegaba a $275 al mes. “Ok! Queremos que trabajes para nosotros.
Te ofrecemos US$ 1,200”, le dijeron los experimentados negociadores laborales, que además le doblaban la edad. “Lo siento Ted, pero siempre dije que nunca trabajaría para nadie a menos que fuera como socio”, respondió Frank. “Ok, te vendemos acciones”, replicaron. “No tengo, dinero para comprarlas”, dijo Rainieri. “¿Y tu familia?”, respondió Kheel. “Lo que haga en la vida lo haré con mi dinero, no con el de mi familia”, sentenció el muchacho de 24 años. “¡Ok! Te pagaremos US$ 1,000 en efectivo y $200 en acciones. Y si haces lo que prometes, en el tiempo y presupuesto previstos, te damos como bono el 2.5% de las acciones. ¿Qué te parece?”, concluyeron ambos empresarios. ¡Trato hecho!

Ambos hicieron un buen negocio. Un año después, las 10 cabañas ubicadas en “Punta Borrachón”, denominación cartográfica del paraje, estaban casi terminadas. Las llamó “Punta Cana Club”, tomando el nombre de un saliente de la isla Saona. Sonaba bien y era fácil de pronunciar para el extranjero. Además, en la zona abundaban las palmas de cana. Con el tiempo, Frank Rainieri se las ingenió para “borrar del mapa” el nombre anterior, y que obviamente no les favorecería. Tampoco servía el de “Yauya” como llamaban los higüeyanos al balneario de aguas cristalinas que hoy forman parte de la reserva ecológica.
Su tenaz persistencia logró que el Presidente Balaguer abriera un camino vecinal desde Higüey. Aunque no estaba asfaltado, llegaba hasta la propiedad. Balaguer, que difícilmente viajaba fuera de la capital, para asombro de muchos, estuvo presente en la inauguración del aeropuerto. El pequeño complejo ubicado frente a 8 km de playas paradisíacas, tenía dos plantas eléctricas caterpillar de 25 Kilovatios cada una, “que hacían una bulla terrible”, recuerda Rainieri. Las cabañas se alquilaban en US$ 25 diarios. Tenían 2 habitaciones cada una y una casa club con terraza, un bar, un comedor, dos habitaciones y un oficinita. La comunicación era por radio y se conectaba a un teléfono vía un “phone patch”. El terreno estaba tan remotamente situado que fue casi imposible encontrar personal dispuesto a vivir en el proyecto. Recibieron un buen respaldo de los muchos amigos de Frank Rainieri. Ted venía cada año con su familia y algunos amigos. Aún así, la operación no era rentable. Era muy pequeña, costosa y quedaba demasiado lejos.
A los dos años de estar funcionando, apareció un “pechú” que dijo haber comprado la propiedad y proponía “revendérselas” por US$ 50,000. Éste llevó el pleito a los tribunales. José Machado, un pariente de Frank, representó a Kheel y Rainieri.
Kheel y Rainieri ganaron el caso hasta llegar hasta la Suprema Corte de Justicia, donde le daban pocas probabilidades a su favor. Pero volvieron a ganar, demostrando la poderosamente efectiva combinación Kheel-Rainieri. El fallo del Tribunal Supremo despejó el camino a las negociaciones que venían llevando con Gilbert Trigano, fundador y presidente de Club Mediteranée. Ésta era la mayor, más original y exitosa cadena hotelera del mundo. Recibieron el pago de US$ 300,000 por las tierras donde se encontraba Punta Cana Club y una porción minoritaria de acciones. Kheel y Rainieri se comprometieron a procurarles financiamiento en condiciones favorables, para la construcción del hotel de 350 habitaciones. Pero Punta Cana no tenía el reconocimiento del Estado, por lo que conseguir dicho financiamiento fue virtualmente imposible.

“Siempre dije que nunca trabajaría para nadie a menos que fuera como socio”

 

 

 

 

 

 

“Hay que tener visión empresarial”, advierte Rainieri. “La necesidad es la madre de la invención”, reza la frase.
Buscando una solución a tan difícil problema, Ted y Frank notaron que la ley de inversión extranjera para entonces prohibía repatriar más del 18% de las utilidades, por lo que muchas empresas foráneas mantenían depositadas grandes sumas de recursos en los bancos locales. Se les ocurre entonces contactar a los ejecutivos de ARCO, Colgate-Palmolive y Texaco para convencerlos de “venderles” a Club Med, los pesos (equivalentes a US$ 7 millones) que necesitaba para construir el hotel. Club Med les repagaría fuera del país el dinero en dólares y en un plazo de 7 años, más un interés anual del 2.5%. Era dinero barato y los activos de Club Med garantizarían el pago. Esta fórmula constituía una vía genial para repatriar sus ganancias. Sólo había que convencer a las autoridades, lo que resultaría ser más difícil.
Tras un año y medio de negociaciones con Eduardo La Torre y Fernando Alvarez Bogart de la Secretaría de Finanzas, y Fernando Periche Vidal del Banco Central; debían finalmente convencer al Presidente Balaguer de que autorizara la primera operación combinada de financiación estructurada de proyecto (Structured Project Finance) e intercambio de deuda por capital (Debt/Equity Swap) de que se tenga registro. “¿Qué pierde el país?, preguntó el mandatario. “Nada. Todo el dinero se va a gastar aquí”, respondió Frank Rainieri. “Nada”, replicó don Frank. “¿Y el Banco Central; no tendrá que pagar nada?”, volvió a preguntar Balaguer. “Tampoco”, insistió Rainieri. “¿Cuánto se va a generar en divisas?”, cuestionó con otro tono el Presidente.
“¡Bueno!, dijo don Frank, “estimamos que vendrán unos 15,000 turistas al año, que gastarían unos US$ 40 diarios, durante una estadía promedio de 7 días”, explicó Rainieri.
Hablaba de unos US$ 4.2 millones, suponiendo que alcanzarían una tasa de ocupación del 85%. El Presidente Balaguer accedió a la ingeniosa petición y Club Med inició inmediatamente la construcción del hotel.
Mientras don Frank “cogía lucha” empujando cuesta arriba su proyecto, otros la llevaban suave. Entre 1974 y 1982, el Gobierno Dominicano, a través del INFRATUR en el Banco Central, había contratado y ejecutado un financiamiento del Banco Mundial por US$ 35.9 millones para dotar de infraestructura los complejos turísticos de Playa Dorada y Playa Grande. Incluía la inversión de US$ 4.7 millones para el Aeropuerto Internacional Gregorio Luperón. A pesar de tales esfuerzos, para 1983 se habían financiado apenas 300 habitaciones y el aeropuerto también sufrió retrasos en la construcción, llevando a la quiebra a sus contratistas. A éste le siguieron en 1979 un segundo préstamo con el Banco Mundial por US$ 71 millones, y otro en 1986 con BID por US$ 50 millones, de los cuales tampoco se aprovecharía Punta Cana. Ésta sólo se benefició de la pavimentación de unos 48 km del camino vecinal y que 30 años más tarde, es el mismo que continúa dando servicio a un parque hotelero 85 veces más grande. ¡Increíble, pero cierto!
En 1980, Club Med inaugura sus instalaciones y por primera vez llega el teléfono a la zona, con 10 líneas que llevó Codetel.
La afluencia de turistas era mínima pues éstos debían arribar al Aeropuerto Internacional de Las América y desplazarse durante casi 4 horas para llegar a Punta Cana. Por experiencia propia, Frank Rainieri sabía que esto ocurriría. Desde 1978 venía negociando el permiso para convertir en internacional el aeropuerto de la zona, lo que al Estado no le costaría “un centavo”, por el contrario, le reportaría importantes ingresos. Sería el Dr. Salvador Jorge Blanco, presidente electo, quién firmaría el decreto dando la autorización. Superado este obstáculo, comenzó a construirse en Bávaro el primer hotel Barceló. El aeropuerto pondría nuevamente a prueba el espíritu indómito de Frank Rainieri, pues un proyecto de esta naturaleza nunca antes había sido intentado.
“Empezamos a construir el primer aeropuerto internacional privado con apenas US$ 50,000 que buscó Ted. Después que me dieron el permiso, no podía decir ahora que no tenía los cuartos”, recuerda don Frank. El diseño correspondió a su sobrino, Oscar Imbert, quién en 1978 había diseñado el “Master Plan” de Punta Cana como su proyecto de tesis de grado en la universidad.
Para el aeropuerto, Frank “le hecho un fiao” y además le advirtió que la construcción debía ser lo más barata posible. Con una maestría en el prestigioso Instituto Pratt de Nueva York, Imbert propuso usar las piedras de la trocha que abrió la pista de carreteo de 5,000 pies y los troncos talados, para la construcción del edificio de 300 m²; y que techarían con pencas de cana. Cuando no pudieron conseguir financiamiento con la OPIC (Overseas Private Investment Corporation), por “no tener experiencia en la construcción de este tipo de infraestructura”, tuvieron que asociarse con Club Med para obtener los US$1.5 millones que necesitaban para terminar y equipar el aeropuerto. Ted y Frank pondrían unos 2 millones de m² y cualquier cantidad adicional de dinero que hiciera falta.

Peña Gómez, Jacinto Peynado y Leonel Fernández acompañan a cortar la cinta inaugural.

El aeropuerto internacional de Punta Cana abrió sus puertas en 1984 y el flujo de turistas se disparó a 6 mil, 13 mil, 26 mil, 65 mil, hasta llegar el año pasado a 1.7 millones de extranjeros. Hoy día constituye la principal fuente de ingresos del Grupo Punta Cana, que lo opera totalmente. Es el aeropuerto de mayor tráfico del país y el tercero del Caribe, después del Luis Muñoz Marín de Puerto Rico (Hub de American Airlines) y el aeropuerto internacional de Cancún. También es el aeropuerto de América Latina con mayor cantidad de conexiones de vuelos con Europa y Estados Unidos. Su diseño le valió un premio internacional en Alemania. Con una gran ventilación, ahorra unos US$ 2 millones en energía eléctrica. Cuenta con el radar meteorológico más moderno del Caribe, el cual da servicio a todo el país.
El aeropuerto consumió todo su efectivo. Sin dinero, Frank y Ted tuvieron que venderle al Club Med su participación minoritaria.
Un par de años después empezaron a construir el Hotel Punta Cana Beach Resort. Aprovechando los incentivos fiscales por la reactivación entre 1986 y 1990 de la ley 153, construyeron bajo la modalidad de “condohotel”, para poder fondear la obra. Muchos se animaron y adquirieron sus condominios, que también serían amueblados para incorporarlos durante al menos 42 semanas al año, a un “rental pool”. Recibirían a cambio de un 10% de la renta neta. Esos fueron tiempos difíciles. La moneda se devaluó en un 250% y la inflación le siguió los pasos. La “Operación Duarte” le hizo la vida imposible a los hoteleros y demás generadores de divisas. Aún así, el total habitaciones del país se duplicó, mientras los turistas aumentaron solo un 34%. Don Frank se manejó con mucha cautela, dedicándose a consolidar su nueva operación hotelera y ampliar por segunda vez el aeropuerto.

El Despegue
“¡Hola Frank! Te habla Oscar de la Renta. Pienso ir a Punta Cana con mi buen amigo Julio Iglesias. Estamos viendo la posibilidad de construirnos una casa cada uno”. “Chichio, deja el relajo”, fue la respuesta de Frank Rainieri al confundir el reconocido diseñador de modas con su viejo amigo, el empresario santiaguero don Ángel Rosario Viñas. “En 1994, Rainieri no quiso venderles porque no tenía el capital que requeriría un desarrollo inmobiliario. Oscar de la Renta procuraba hacer realidad un viejo sueño: tener una casa junto a “su hermano” Julio Iglesias.
Ambos formalizaron su participación como socios del Grupo Punta Cana en el 1997, cuando aprovecharon la oportunidad de comprar la mitad del aeropuerto de Punta Cana de manos de Club Med. Ese año ingresarían por el aeropuerto 460 mil personas (1/3 del tráfico del de Las América).
Con su participación, el negocio da un giro de 180 grados. La fortuna personal neta de Oscar de la Renta se estima alcanza los US$ 100 millones –las ventas anuales de su emporio de modas se sitúan entre los US$ 10 y $20 millones– y se le reconoce como el 29no hispano más rico de los Estados Unidos. Además de su extraordinario buen gusto, su principal aporte lo constituye su envidiable cartera de relaciones con los “Ricos y Famosos” del planeta y esto “no tiene precio”. Se ha constituido el “modisto preferido” de la Casa Blanca (Laura Bush y Hillary Clinton) y celebridades como Barbara Walters (esposa de Alan Greenspan) y Jacqueline Kennedy Onassis. Entre tanto, Julio Iglesias, que este año cumple sus 40 años como artista del mundo, ha vendido más de 300 millones de álbumes, en 14 idiomas. Esta ha sido la fuente principal de una fortuna personal de más de US$ 5,500 millones, según el libro “Riquísimos”, publicado el año pasado por el periodista Jesús Salgado, quién lo califica como el 9no español más rico del mundo.

Los nuevos socios pensaban desarrollar sólo el área de Los Corales, donde situaron sus respectivas residencias, pero en el 1997 Cuando Iglesias y De la Renta se mudaron a Punta Cana en 1998, el proyecto aceleró la velocidad de su desarrollo. Ese mismo año iniciaron las operaciones de La Marina y al año siguiente comenzó el desarrollo inmobiliario de Los Corales. En el 2001, se inauguró el primer campo de golf del complejo (La Cana Golf Club) de la firma de P.B. Dye; escogido durante 5 años consecutivos como unos de los 10 mejores campos del mundo por “Celebrated Living”, revista premium de American Airlines. Ese año también se inauguró el primer laboratorio de Biodiversidad del Caribe con el apoyo de varias de las universidades más prestigiosas de los Estados Unidos, como Harvard y Cornell; el cual es parte central de los programas medioambientales del Grupo Punta Cana. Un año antes se había iniciado el desarrollo inmobiliario de La Tortuga, frente al hoyo 9, donde ya se han construido más de 100 viviendas. En el 2000, comenzaron las clases en el “Internacional School” para hijos de residentes y empleados; cuyos estudiantes pagan conforme al ingreso de los padres. Tres años después se inicia la construcción del residencial Punta Cana Village, destinado originalmente para empleados reubicados de la empresa, pero que ha trascendido hasta convertirse en un súper exitoso proyecto inmobiliario donde hoy viven unas 700 familias. Como parte de ese complejo, también en el 2003, se inaugura la plaza comercial “Galerías Puntacana” y la cancha de bolos Punta Cana Lanes.

Julio Iglesias, Frank Rainieri, Oscar de la Renta y Ted kheel

En el 2005 ya estaba en operación el segundo proyecto inmobiliario de Arrecife. Cerca de la Casa Club, cuenta con una vista espectacular del hoyo 18. Actualmente quedan muy pocos lotes.
Ese mismo año iniciaron las operaciones del hotel boutique Tortuga Bay, 1ro de sólo 3 en el Caribe, en la exclusiva lista de Condé Nast Traveler Hot List 2007. Un año antes, se anunciaba la construcción del segundo campo de golf en Los Corales a cargo del afamado Tom Fazzio. Este campo sólo para miembros, tendrá 7 hoyos frente al mar, lo que anticipa será un campo retador para quienes se animen a jugarlo. Según Fazzio, el campo rememora a las archifamosas canchas de Cypress Point Club y Pebble Beach Golf Links (4to y 6to mejor de los EE.UU.). Este campo estará listo a finales del 2008. El año pasado también comenzó a funcionar “Six Senses Spa”, operado por la súper exclusiva cadena del mismo nombre. En agosto del 2007 se inició la construcción de Hacienda; el más reciente y ambicioso proyecto del Grupo Puntacana. Para éste se apartaron 3 del total de 58 millones de m², para distribuir en 515 solares de 2,000 m² en promedio cada uno. Éstos se ubicarán en torno a un campo de golf de 18 hoyos de la firma de P.B.
Dye, el cual deberá estar listo a finales del 2009. En el último trimestre del presente año se iniciarán los trabajos de ampliación del Aeropuerto Internacional de Punta Cana, para dotarla de una nueva Terminal de counters y una segunda pista de aterrizaje.
También están listos los planes para lanzar el próximo año el proyecto inmobiliario de Playa Serena. Don Frank estima que para el 2015 la provincia La Altagracia podría llegar a tener 40,000 habitaciones hoteleras, 10,000 viviendas turísticas y 20 campos de golf, generando 100 mil empleos en el trayecto.
Pronostica una inversión hotelera de US$ 4 mil millones, US$ 1 Billón en golf y oferta complementaria y US$ 5 mil millones en residencias turísticas. Esto atraería la provincia un flujo de 4 millones de turistas, que generarían unos US$ 4 mil millones adicionales en divisas. Higüey duplicaría su tamaño. Esto sin contar que las compras al resto de la economía se triplicarían (el PIB turístico de la región superaría los RD$ 200 Billones).
Estas cifras podrían estar subestimadas pues el economista y secretario de turismo, Felucho Jiménez, anunció que actualmente en la zona “se levantan 32 de un total de 54 proyectos en todo el país” y que representan una inversión de US$ 11,758 millones en la construcción de unas 13,167 habitaciones. Para ello el sector privado se prepara con importantes inversiones que duplicarán la capacidad del aeropuerto, construirán un gran acueducto que sustituirá los 26 individuales que operan actualmente, levantarán los hoteles, residenciales y servicios complementarios.
Un Gobierno inteligente les facilitaría las cosas terminando la carretera “Punta Cana-Ubero Alto” y su continuación hacia Miches, resolviendo el gran problema de la basura. Increíblemente, la autovía de “El Coral”, un proyecto de US$ 360 millones por un tramo de 70 km, cuenta con todos los permisos y acreditaciones y sólo espera porque la Secretaría de Hacienda “apruebe la estructura del financiamiento contratado por el consorcio liderado por la transnacional Odebrecht. Esta obra que completaría el corredor vial del Este, permitiría que más de 3 mil turistas vengan a la ciudad Primada de América, tomándose sólo hora y media en el trayecto. Éstos representarían 3 veces la cantidad de viajeros de crucero y gastarían cerca de US$ 108 millones al año, lo que repagaría socialmente dicha inversión en menos de 5 años y revitalizaría el turismo de la Capital y la zona Colonial.

Bill Clinton y Hilary durante una visita a Punta Cana, saluda a Frank Rainieri.

Rainieri Recibe un premio de manos del presidente Ronald Reagan

La visión de Frank Rainieri, con el decidido y efectivo apoyo de su socio y mentor Ted Kheel, así como el empuje de dos colosos internacionales como Oscar de La Renta y Julio Iglesias, se ha materializado y consolidado en una de las comunidades más atractivas y exclusivas de América. El calor humano y sentido familiar es uno de sus principales atractivos. La responsabilidad social con la comunidad y el cuidado del medio ambiente son sus pilares más fuertes, al punto de que a sus hoteles se les conoce como “eco resorts”. Este destino turístico se ha constituido en la punta de lanza del desarrollo de la zona y del país. Su éxito ha sido tan extraordinario que en algunas sociedades su reconocimiento rebasa el de la Nación Dominicana. Por tal motivo y muy hábilmente, su Directorio decidió en el 2004 escoger a “PUNTACANA” como su marca.
Después de todo, fue el señor Rainieri quién “bautizó” la zona con ese nombre.
“Frank, tu como que me quieres destituir”, dice la voz del otro lado del auricular. “¿Quién me habla?”, respondió Rainieri. “Soy yo, Leonel Fernández”. “Señor Presidente, ¿porqué usted me dice eso?”, responde sorprendido don Frank ante tan inusual acusación. “Es que acabo de venir de la Cumbre de Presidentes en Chile y me preguntaron en la rueda de prensa que si yo era el Presidente de Punta Cana; a lo que tuve que aclarar que yo era el Presidente de la República Dominicana, donde esta ubicada Punta Cana”.
Esta conversación que se produjo hace ya más de 8 años y recoge la magnitud de los logros de este conquistador dominicano.
Seguramente esta confusión seguirá repitiéndose en el futuro ya que Frank Rainieri, con su arduo trabajo, es la chispa del motor del desarrollo de toda una región del país que algunos ya denominan como la “hermana República del Este”. Pero esta es otra historia.

POR: EDWIN GUERRA

FOTOS: MÁRLEN VÁZQUEZ

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