El «show sexual» de Jennifer López se convierte en tema político en Marruecos
Jennifer López se ha convertido en un tema político en Marruecos: su show de alto voltaje del pasado viernes en un festival de Rabat y su retransmisión en directo en una televisión pública han levantado la indignación entre varios diputados, que han exigido hoy la comparecencia del ministro de Comunicación.
El grupo parlamentario del Partido Justicia y Desarrollo (PJD), que encabeza el gobierno, exigieron ayer explicaciones al ministro por «la difusión televisiva de escenas que atentan contra el pudor público» y «con connotaciones sexuales».
La primera persona descontenta ha sido el propio ministro de Comunicación, Mustafa al Jalfi, quien horas después de ver las escenas de Jennifer Lopez en horario de máxima audiencia escribió en su cuenta de twitter que le parecía «inaceptable» y «contrario a la ley» la difusión de ese concierto en la televisión pública.
Había expectación por ver si J-Lo adaptaba su espectáculo al público marroquí y lo hacía menos atrevido, pero la estrella del Bronx no tuvo miramientos: desfiló con siete trajes distintos, a cada cuál más breve, se contoneó sin rubor palpándose el trasero o paseó a cuatro patas por el escenario.
Aún no había acabado el concierto y ya las redes sociales echaban humo.
No se sabe si la «bomba latina» se ha enterado de la explosión suscitada en Rabat; lo único que le ha parecido digno de mención en su cuenta de twitter es que atrajo a 160.000 fans (era un concierto gratuito), «la mayor audiencia de la historia».
J-Lo abría este año el Festival Mawazine, el mayor evento musical de Marruecos y el único por el que desfilan estrellas como Rihanna, Shakira, Ricky Martin o Justin Timberlake, ante las que el PJD apenas puede disimular su disgusto. Cada año algún ministro o diputado islamista critica la «pornografía» o la «inmoralidad» que lo envuelve.
El problema es que Mawazine es un festival que cuenta «con el alto patrocinio del rey Mohamed VI», como se repite en todos y cada uno de los conciertos.
El día que apareció Jennifer Lopez, además, la esposa de Mohamed VI, Lalla Salma, estuvo en primera fila con sus dos hijos, según el diario digital Alyaoum24.
Los islamistas del PJD no se han atrevido a cargar contra el festival mismo, considerado un empeño personal del monarca, sino contra la televisión pública 2M, que en los catorce años de historia del Mawazine ha retransmitido todos los conciertos de mayor audiencia.
Este partido considera que la difusión del concierto de la diva estadounidense ha infringido dos artículos que rigen el funcionamiento de la cadena pública: uno relativo a la moral y las buenas costumbres, y otro sobre la protección a la infancia.
El caso es que el «escándalo Jennifer» se suma a otro que aún no se ha apagado: el levantado por la película del marroquí Nabil Ayuch «Much loved», que retrata la vida de cuatro prostitutas de Marrakech.
Hace ahora una semana, el ministro Jalfi anunció que prohibía la difusión de la película en los cines de Marruecos por ser contraria a la moral y dar una imagen falsa del país y de la mujer marroquí.
Cuando los marroquíes vieron a J-Lo culebreando en el escenario se preguntaron: «nos prohíben ver la película de Ayuch ¡pero esta lo enseña todo!», como dijo Kautar, una joven camarera de un café.
Si la pasada semana Jalfi estuvo bajo el fuego de los progresistas por prohibir la película, esta vez le está tocando contener a los más conservadores, indignados con Jennifer López.
«Una artista semi desnuda (…) que baila danzas con connotaciones sexuales que provocan los sentimientos de los marroquíes», dice hoy la página web del PJD.
Efe