Nairobi,
Millones de musulmanes en África celebran el fin del Ramadán, el mes sagrado del Islam, ante un fuerte dispositivo de seguridad que vela para evitar posibles ataques de grupos terroristas como Boko Haram y Al Shabab, que asesinan en nombre de este credo.

Kenia, con un 11% de población musulmana, mira con recelo el Aid al Fitr (nombre de la fiesta con la que concluye este periodo de ayuno y oración), especialmente tras los atentados cometidos por Al Shabab en los últimos meses, como el de la Universidad de Garissa, donde murieron 148 personas el pasado abril.

En medio de una ofensiva terrorista en nombre de Alá, la comunidad musulmana sale en su defensa en lugares como Nairobi, donde la mezquita Jamia publica el «Friday Bulletin», un boletín semanal conocido por su reivindicación del Islam como una religión de paz y justicia social.

«Los musulmanes están fuera de este terrorismo que amenaza la convivencia pacífica de los kenianos de diferentes orígenes étnicos, raciales y religiosos», se señala en la publicación.

Ante el panorama mundial que dibuja el terrorismo, los jóvenes encabezan la defensa con multitud de iniciativas, las más populares a través de las redes sociales, para denunciar los asesinatos de estos grupos.

La más conocida es la campaña «Not in my name» (no en mi nombre), en la que miles de musulmanes denuncian que los atentados terroristas no se cometen en su nombre.

Sin embargo, la activista española Wadi N-Daghestani, con miles de seguidores en la redes sociales, no es partidaria de gestos de este tipo. «No tengo que pedir perdón cada vez que se asesina en nombre de la estupidez, me resulta ofensivo justificarme por crímenes que nada tienen que ver con la religión que practico», explica a Efe.

Aadil Fazal, de la Asociación de Jóvenes Musulmanes, con sede en Nairobi, denuncia además que la «yihad», palabra que en castellano se traduce como «esfuerzo», está siendo manipulada.

«El Corán explica que matar a una sola persona es igual que matar a la Humanidad», subraya a Efe.

Ambos consideran además que los medios de comunicación, que en su opinión no siempre utilizan los términos correctos, son cómplices de la imagen distorsionada del Islam.

«El término terrorismo islámico me chirría en los oídos, es un término de Occidente acuñado en estereotipos y prejuicios que los medios atribuyen falsamente al Islam. Por eso yo me refiero al terrorismo anti-islámico o islamófobo», explica Wadi.

La continua relación de terrorismo e Islam acentúa la xenofobia entre la población, que duda de forma instintiva al ver un velo o a alguien que dirige sus rezos en público hacia la Meca.

«Los medios también han asignado a la Sharia -ley sagrada del Islam- una supuesta legitimidad en cuanto a la lapidación iraní, la mutilación genital femenina y el maltrato contra la mujer, como si no fueran crímenes castigados explícitamente por la Sharía», se lamenta la activista.

En las redes sociales, la feminista Wadi, que intenta fomentar el respeto al Islam y lucha contra todo fundamentalismo, insiste en que no se trata de extremistas musulmanes, sino de terroristas, ni de yihadismo, sino de anti-yihadismo, y tampoco se trata de un estado islámico, sino un estado anti-islámico.

La feminista destaca que se cometen «atentados sanguinarios» todos los días en muchas partes del mundo, pero «sólo se bombardea cuando los autores son supuestos islamistas».

Para los activistas, la solución a esta manipulación pasa por dar ejemplo aplicando las enseñanzas del Islam y del Corán en los ámbitos privado y público, mostrando la verdadera cara de una religión que en nada se parece a la que predican los extremistas.

EFE

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