Nueva York,

Cientos de agentes continúan la búsqueda de David Sweat, uno de los dos reos fugados hace tres semanas de una cárcel del estado de Nueva York, después de que el viernes la policía localizase y matase al otro, Richard Matt.

Las autoridades mantienen un amplio dispositivo que sigue peinando zonas de denso bosque cerca de la frontera canadiense, donde Matt fue abatido por agentes de una patrulla fronteriza.

Oficialmente, se desconoce donde puede estar el fugitivo, pero los investigadores consideran que lo más probable es que Sweat, de 35 años, se esconda muy cerca del lugar donde murió su compañero, pues no hay pruebas de que se hubiesen separado.

«No tenemos razones para creer que el señor Sweat no estuviese con el señor Matt en el momento (de su captura), pero tampoco tenemos ninguna evidencia que confirme que estaba allí», explicó en una conferencia de prensa en la noche del viernes el gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo.

Las autoridades han pedido precaución a la escasa población de la zona dada la peligrosidad del fugado, que cumplía cadena perpetua por el asesinato en 2002 de un alguacil, que fue atropellado y que recibió 22 tiros tras perseguirle después de un robo.

La policía dio con su compañero de fuga en la tarde del viernes, después de que un conductor avisase de que la caravana en la que viajaba había recibido un disparo, en lo que según las autoridades pudo ser un intento por parte de Matt para hacerse con el vehículo.

Los agentes desplegados en la zona, algunos transportados de urgencia por aire, encontraron una cabaña en la que aún había olor a pólvora y en la que había rastros de la presencia reciente de alguien.

Poco después, según la policía, escucharon una tos que les permitió localizar a Matt en una zona boscosa. Los agentes ordenaron al fugitivo que levantase las manos y ante su negativa, le dispararon, informó el jefe de la policía estatal, Joseph D’Amico.

Del cuerpo se recuperó una escopeta robada que Matt no utilizó contra los policías dijo D’Amico.

«Nunca queremos ver a alguien perder su vida, pero quiero recordar al público que Matt era un asesino huido de una prisión estatal», señaló el gobernador en su comparecencia ante los medios.

El fallecido, que acababa de cumplir 49 años, fue condenado a 25 años por matar y descuartizar a su jefe en 2007.

La policía ha trabajado sin descanso durante las últimas tres semanas para dar con Matt y Sweat, que escaparon en la madrugada del 5 al 6 de junio de la prisión de alta seguridad de Dannemora tras cavar un túnel desde las celdas hasta el exterior.

Mientras se ha ido desarrollando la operación de caza de los asesinos fugitivos, el otro foco de atención ha estado en los detalles de una trama que se ha ido desvelando poco a poco y en la que hay hasta ahora dos funcionarios de la prisión detenidos.

En primer lugar, las autoridades arrestaron a la funcionaria de la prisión Joyce Mitchell, quien confesó que ofreció a los dos presos acceso a un teléfono celular y metió de contrabando las herramientas que utilizaron para escapar.

Mitchell también facilitó a los presos el acceso a brocas para llevar a cabo su huida e hizo gestiones para poner a su disposición un vehículo cuando los dos presos se fugaran de la cárcel, pero al parecer abandonó sus planes después de sufrir un «ataque de ansiedad».

Según informaciones posteriores, Mitchell habría tenido relaciones sexuales de manera regular con ambos prófugos, a los que daba clases de costura y a quienes dio trato de favor, consiguiendo que les trasladaran a celdas contiguas.

La funcionaria habría utilizado paquetes de hamburguesas congeladas para esconder las herramientas que daba a Matt y Sweat y habría utilizado dulces para sobornar a otros funcionarios para que hicieran excepciones con ellos.

Entre ellos estaba Gene Palmer, de 57 años, que fue detenido el miércoles por la noche y que, según el pliego de cargos en su contra, pasó a un preso, sin identificar, los paquetes de carne con las herramientas en cuatro ocasiones diferentes entre noviembre y junio a cambio de varios cuadros que le entregaron los dos reclusos.

EFE

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