Museo del Salón de la Fama, la historia viviente del béisbol
Aquí en este pequeño poblado, de poco más de dos mil habitantes se encuentra uno de los templos más visitado a nivel mundial: El Museo del Salón de la Fama del Béisbol.
La riqueza histórica que presenta este pasatiempo, desde su apertura el 12 de junio de 1939, está contenida prácticamente en su totalidad en un espacio que abarca tres niveles y desde el arribo de las personas se percibe de inmediato un ambiente a puro béisbol.
Localizado en la parte céntrica de Cooperstown, el Museo del Salón de la Fama es uno de los destinos más atractivos para el turismo, cuyos visitantes vienen desde diversas partes interesados en conocer la historia del béisbol desde sus inicios hasta nuestros días.
Se estima que más de 300 mil personas visitan este museo cada año, cuya cantidad a nivel general superan los 16 millones de visitantes desde su apertura, quienes son atendidos en horarios desde las 9:00 de la mañana hasta las 9:00 de la noche y los únicos días que no está abierto a los visitantes son el Acción de Gracias, Navidad y Año Nuevo.
Durante este fin de semana, donde la clase 2015, integrada por Pedro Martínez, Craig Biggio, Randy Johnson y John Smoltz recibió las llaves de la inmortalidad, se estima que más de 40 mil personas pasaron por aquí.
“La asistencia ha sido masiva, incluso un poco más que en exaltaciones anteriores”, expresó Sylvia Thouret, una de las tantas jóvenes que laboran en el Museo brindándoles servicio a todos los interesados en conocer la historia del béisbol.
Tan rico es este templo en documentos históricos, que los mismos incluyen escrituras, fotos, videos, y se estima en más de 40 mil las piezas existentes allí, de tanta amplitud que a los visitantes se les dificultad observarlo todo con detenimiento en un día.
Bates, guantes, pelotas, uniformes de jugadores, premios, boletos, más de 135 mil postalitas de peloteros, además de una cantidad superior a tres millones de documentos, revistas, libros, periódicos y videos reposan en este espacio, que abarca unas dos cuadras de la avenida Main Street, ubicada en el corazón de esta ciudad.
Cooperstown, New York.-
Las placas de los 310 exaltados, incluyendo la más reciente cosecha de los nuevos miembros que tuvieron su bautismo el pasado domingo, figuran por sus respectivos años en este gran templo. Apenas el uno por ciento de los peloteros que han jugado al béisbol tiene una estatuilla en Cooperstown.
Cada uno de los tres niveles está revestido de historia. En el primer nivel están las placas de los 310 exaltados, todas en sus respectivos años de esa exaltación que inició en 1936 con las llegadas de Babe Ruth, Walter Johnson, Ty Cobb y Christy Mathewson. Una estatua gigante de Ruth, la cual resalta parte de su historia. Un espacio dedicado a Lou Gehrig, Jackie Robinson, el primer negro en Grandes Ligas y Roberto Clemente, en cuya gráfica se observa acariciando a un niño, dando cuenta de lo que él vivió a expensas del béisbol.
En el mismo primer nivel se encuentra un espacio resguardado para Pedro, donde se perciben camisetas de él en los Medias Rojas de Boston y los Mets de Nueva York, además de una gorra de los expos de Montreal, así como la pelota con la que Bip Roberts le quebró el partido perfecto en 1995.
Justo detrás se encuentra un cuadro gigantesco sobre el equipo de Boston que conquistó la Serie Mundial en el 2004 y otra foto gigante de Martínez. Además del documento firmado por Leopoldina Martínez, madre del lanzador cuando estampó su contrato con los Dodgers de los Ángeles.
Pedro G. Briceño