Washington,
El papa Francisco se presentó hoy en Estados Unidos como un «hijo de familia de inmigrantes» e instó, en un país construido «en gran medida por familias así», al admitir que «el sistema» de vida vigente genera millones de excluidos.

Bergoglio, que nunca antes estuvo en este país, recordó al presidente de EE.UU., Barack Obama, en el recibimiento oficial al pontífice -que llegó ayer procedente de Cuba- que él mismo se considera un «hermano» de Estados Unidos y que la civilización actual atraviesa un «momento crítico».

Aprovechó la primera ocasión que tuvo de hablar al pueblo estadounidense y a su presidente para instar a solucionar el problema «urgente» del cambio climático mediante la aplicación de los cambios que contribuyan a alcanzar un «desarrollo sostenible e integral».

Francisco empleó como referencia a uno de los «padres» modernos de este país, al premio Nobel de la paz Martin Luther King cuando dijo: «podemos decir que dejamos adeudado un pagaré y ahora ha llegado el momento de saldarlo».

«Sabemos que las cosas pueden cambiar», dijo el pontífice en una autocita extraída de su encíclica «Laudato Si», el documento papal en el que critica duramente el daño causado al planeta por un sistema económico que sobreexplota sus recursos, beneficia a unos pocos y excluye a millones.

Una encíclica recibida con una mezcla de admiración desde la administración Obama y en general el Partido Demócrata, y sin duda con escepticismo en medios políticos conservadores y parte de la industria estadounidense por sus inequívocos reproches al sistema económico vigente.

Francisco explicó además a Obama que los católicos estadounidenses «están comprometidos en construir una sociedad verdaderamente tolerante e inclusiva, en la salvaguarda de los derechos de las personas y las comunidades y en el rechazo a cualquier forma de discriminación injusta».

Indicó que están preocupados porque, en sus «esfuerzos por construir una sociedad justa » queden respetadas sus «inquietudes más profundas y su derecho a la libertad religiosa».

«Esa libertad es uno de los activos más valiosos de América», dijo el papa, quien aseguró coincidir con los obispos estadounidenses en la necesidad de permanecer «vigilantes, justamente como buenos ciudadanos, para mantener y defender esa libertad de lo que pudiera amenazarla o comprometerla».

Recordó precisamente que en su viaje por Estados Unidos se desplazará el próximo fin de semana a la ciudad de Filadelfia y participará en el VIII Encuentro Mundial de las Familias para «celebrar y apoyar las instituciones del matrimonio y la familia en este momento crucial de la historia de nuestra civilización».

Esa cita fue en realidad la primera que el Vaticano confirmó en un viaje a Estados Unidos de cuyo programa la Santa Sede dio detalle tiempo después y que resultó influido decisivamente por el anuncio que el 17 de diciembre pasado hicieron Cuba y EE.UU. sobre la reanudación de sus relaciones diplomáticas.

Sobre este tema, el papa elogió ante Obama los esfuerzos hechos recientemente para «reparar las relaciones rotas» y «abrir nuevas puertas de cooperación» en la humanidad.

Esos esfuerzos «son pasos positivos en la vía de la reconciliación, la justicia y la libertad», dijo Bergoglio en los actos de la Casa Blanca.

Aunque el pontífice no citó casos concretos, hizo un llamamiento a «todos los hombres y mujeres de buena voluntad de esta gran nación» para que apoyen «los esfuerzos de la comunidad internacional con el fin de proteger a los vulnerables de nuestro mundo y estimular modelos de desarrollo integrales e inclusivos».

Ello, agregó, «para que nuestros hermanos y hermanas en todas partes puedan conocer la bendición de la paz y la prosperidad que Dios desea para todos sus hijos».`

Tras su visita a la Casa Blanca, donde el papa se reunió con el presidente en su Despacho Oval, el pontífice partió hacia la Catedral de San Mateo para mantener un encuentro con los obispos estadounidenses.

Por la tarde el gran acto previsto es la canonización del franciscano español Junípero Serra en el Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción con una misa al aire libre a la que se espera asistan unas 25.000 personas.

EFE

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