De día, la lancha rápida esconde el cargamento bajo una lona oscura y simula pescar. De noche, buscará llegar a las costas de Puerto Rico, que se ha convertido en frecuente puente de paso de la cocaína hacia Estados Unidos.

Ese es el típico modus operandi de los narcotraficantes, que han identificado a Puerto Rico como un apetecible destino: una vez que la droga llega al estado libre asociado, se encuentra en territorio estadounidense. De allí se les facilita trasladarla a la costa este norteamericana, dicen las autoridades.

Las incautaciones de cocaína, la droga más rentable para los narcotraficantes, se han disparado: en lo que va de 2015, las autoridades han recuperado 5.300 kilos, encima de los 3.926 kilos en todo 2014 y 2.819 kilos en 2013, según cifras de la Policía de Puerto Rico, que ahora integra una fuerza especial antidrogas junto a agencias federales estadounidenses como la DEA, el FBI y la Guardia Costera.

«Puerto Rico es utilizado como puente para Estados Unidos. El 85% de la droga que pasa por Puerto Rico es para Estados Unidos. Aquí se nos queda sólo entre 10 y 14%», explica a la AFP el jefe de la policía de Puerto Rico, José Caldero.

Tan sólo el miércoles, un operativo logró capturar 190 kilos de cocaína y tres tripulantes dominicanos. Hace mes y medio, se logró un gran golpe: 2.100 kilos que intentaban entrar por el sector de Carolina, norte de la isla.

– Nueva estrategia –

El incremento del flujo de droga a través del Caribe estadounidense, sobre todo por Puerto Rico y las islas Vírgenes, encendió las alarmas de la Casa Blanca, que en enero anunció una nueva estrategia para contrarrestar la tendencia.

La mayor vigilancia de la ruta caribeña cercana a las costas de Centroamérica y en la frontera entre Estados Unidos y México, por donde sigue pasando la mayor cantidad de droga, ha empujado a los narcotraficantes a buscar nuevas rutas, según Washington.

La cocaína llega a Puerto Rico principalmente desde Venezuela, y aunque antes hacía escala en República Dominicana, se detectan cada vez más viajes directos desde el país sudamericano, señala Caldero.

Y la maniobra se repite.

«Vienen en una lancha de tres motores. Lo que hacen es que por el día la tapan con un toldo negro, y van suavecito y van pescando, y es de noche que pisan» el acelerador, dice el jefe de la policía.

Las autoridades tienen que adaptar constantemente sus métodos para hacer frente a las nuevas tácticas de sus rivales. «Esto es una estrategia. Nosotros hacemos nuestros planes, pero ellos hacen los de ellos también», apunta Caldero.

– Problemática interna –

La droga que se queda en la isla es una creciente preocupación.

«En los últimos tiempos, ese servicio de trasbordo pasó de ser mercado que se pagaba en moneda a pagarse en especie, es decir, se queda un porcentaje de la sustancia y la sustancia tiene que ser vendida», dice el profesor de Justicia Criminal y por décadas periodista de la fuente policial en Puerto Rico, Gary Gutiérrez.

El 65% de los asesinatos en Puerto Rico están «directamente relacionados con droga», asegura Caldero.

De un récord en 2011 de 1.135 asesinatos en esta isla de 3,5 millones de habitantes, en 2014 cayeron a 681, sobre todo por el descenso de la impunidad y el incremento de las personas llevadas a tribunales por la Fiscalía, destacó.

En medio de una grave crisis fiscal que experimenta la isla, al borde de un default tras ocho años de recesión, la policía ha conservado su presupuesto de más de 750 millones de dólares, se congratuló el jefe policial.

Pero precisamente la crisis crea un terreno fértil para que poblaciones empobrecidas vean en la venta de las drogas una manera de conseguir dinero, señala Gary Gutiérrez, quien aboga por la descriminalización del tráfico de drogas como una manera de acabar con la violencia.

«En esas comunidades el narcotráfico se convierte desgraciadamente en una solución al problema económico», señala.

AFP

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