Washington.-
Barack Obama, el presidente que en 2008 ilusionó a Estados Unidos y al mundo con su «Yes, we can» («Sí, se puede»), recupera ahora ese impulso cuando le queda año y medio para dejar la Casa Blanca y todos le daban ya por un «pato cojo».

El de hoy será uno de los mejores 4 de julio de su mandato: las últimas dos semanas lo sitúan en la historia como el presidente que reconcilió al país con Cuba tras 54 años, el que amplió la cobertura sanitaria a más de 16 millones de personas y el primero en defender y facilitar la legalización del matrimonio homosexual en el país.

La recuperación económica, con el desempleo en su índice más bajo en siete años, tiene también mucha influencia en que este martes Obama alcanzara por primera vez en más de dos años el 50 por ciento de aprobación en una encuesta, elaborada por CNN/ORC.

Este escenario era impensable en noviembre pasado, cuando un Obama en sus horas más bajas encajaba una rotunda derrota en las elecciones legislativas y encaraba la recta final de su Presidencia con el Congreso más hostil, controlado por un Partido Republicano que no le ha dado tregua.

Poco se esperaba entonces del «pato cojo», como se denomina a los mandatarios a los que, como a él, se les acerca el momento de dejar definitivamente el cargo.

Pero Obama no se resignó y, liberado de la presión electoral, recurrió a su poder ejecutivo para avanzar en temas clave de su Presidencia bloqueados por la oposición en el Congreso.

Así, hizo toda una declaración de intenciones de la intensidad que quería darle a la recta final de su mandato al anunciar, solo 15 días después del revés electoral, la regularización de más de cinco millones de inmigrantes indocumentados, la mayor desde que Ronald Reagan sacara de la clandestinidad a unos tres millones en 1986.

Ese sería el primero de una serie de anuncios históricos con los que Obama ha sorprendido a la nación, y al mundo, y que dibujan un legado que le posiciona, para muchos en Estados Unidos, como uno de los presidentes con mayor impacto en el país.

La semana pasada fue catalogada unánimemente como la mejor de la Presidencia de Obama y una de las más relevantes en el avance de la agenda progresista en Estados Unidos.

El Tribunal Supremo legalizó el matrimonio homosexual, que cuando Obama llegó a la Casa Blanca en 2009 solo era legal en dos estados, no tenía una mayoría social a su favor, y enfrentaba una ley, impulsada por el demócrata Bill Clinton, contraria a este tipo de uniones.

Obama celebró el viernes ese fallo histórico como «una victoria para América» después de convertirse en mayo de 2012 en el primer presidente del país en defender estas uniones, forzado a posicionarse con claridad a raíz de un comentario de su vicepresidente, Joe Biden.

El Supremo, en otra decisión muy esperada, blindó por segunda vez un pilar de la reforma sanitaria de Obama, su mayor éxito en política nacional, al avalar los subsidios federales para adquirir un seguro médico.

En su discurso tras el fallo, el presidente quiso insistir en que el «Obamacare» -nombre popular de la ley- ya no es la comidilla política de su mandato sino que pertenece al «tejido» del país.

La semana pasada el viento le sopló tan a favor que hasta el Congreso le dio una inusual buena noticia con la aprobación -nombre popular de la ley- ya no es la comidilla política de su mandato sino que pertenece al «tejido» del país.

La semana pasada el viento le sopló tan a favor que hasta el Congreso le dio una inusual buena noticia con la aprobación de la ley de Promoción del Comercio (TPA, en inglés), conocida como «vía rápida» y que permitirá negociar con más libertad tratados comerciales internacionales.

El nuevo impulso de Obama, como muestran las encuestas, se debe también a sus últimos mensajes más contundentes sobre el racismo, tema sobre el que siempre ha sido muy cuidadoso por su condición de primer presidente negro del país.

Uno de sus momentos más conmovedores, en el que muchos vieron al Obama ilusionante de 2008, fue cuando la semana pasada cantó un sentido «Amazing grace» en el funeral del senador estatal Clementa Pinckney, fallecido junto a otras ocho personas en la masacre racista de Charleston, en Carolina del Sur.

Y este jueves Obama escribió otra página clave de la historia de Estados Unidos al anunciar un acuerdo con Cuba para restablecer las relaciones diplomáticas rotas en 1961 y reabrir embajadas.

«Vamos a exprimir hasta la última onza de progreso que podamos hacer mientras tenga el privilegio de ocupar el cargo», dejó claro Obama esta semana.

Le queda año y medio que apurar en la Casa Blanca, un tiempo en el que podría ver materializados logros clave para su legado como el acuerdo nuclear con Irán (en la recta final de negociación), y su prometido, pero difícil de conseguir, cierre de la prisión de Guantánamo.

EFE

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