De esta forma viven la población de clase alta de Haití ‘‘La élite que repugno la solidaridad de RD
Hemos escuchado que Haití es el país más pobre del hemisferio occidental, sin embargo, muy pocas personas conocen de la élite que habita en esta pequeña isla caribeña. La mayoría de personas de la clase alta del pequeño país llegaron a principios del siglo pasado de lugares como Francia, Líbano, Siria, Alemania o Jamaica.
Ese 1% de la población controla el 50% de la economía y las 500 personas que más pagan impuestos generan el 80% de lo que recauda el fisco haitiano.
Sin embargo ante semejante desigualdad, no es raro escuchar criticas como la del escrito Lyonel Trouillot (nacido en la isla), quien se distingue a la burguesía local como “la más repugnante élite”, por reducir a “La perla de las Antillas” en un estado de pobreza absoluta.
Este reportaje fue publicado en Foreign Policy, donde revelan cómo viven los más ricos del país más pobre de américa, señalando, una vez más, las desigualdades sociales existentes en la isla. Y aunque mucha ayuda fueron prometidas después del terremoto que prácticamente destruyó a la nación entera, muy poco de ese dinero se ve invertido en la población.
Al parecer a los ricos ninguna de las catástrofes que ocurren en Haití les afecta, Ellos continúan viviendo en sus grandes mansiones, alejados de los barrios peligrosos, entre fortalezas que buscan alejarlos de la pobreza que impera en las calles.
Paradójicamente, es en manos de esa élite que se encuentra la reconstrucción de Haití. Todo indica que las empresas que ellos manejas las que le proveerán al país los productos y servicios necesarios para su desarrollo, serán sus industrias las que crearán empleo y las que captarán gran parte de la ayuda internacional.
Las ascendentes quejas contra esta élite tiene que ver con el apoyo a las dictaduras de Duvalier o a las fuerzas paramilitares después de la elección de Jean-Bertrand Aristide en 1991; aparte de la paralización de la pequeña industria nacional en favor de las importaciones más rentables y menos riesgosas, también se les acusa a algunos de su participación en el tráfico de cocaína desde América del Sur, que en gran medida pasa por esta isla, donde el Estado, durante casi treinta años, se define por su ausencia.
¿Es ecuánime que en un país con tantas necesidades, unos cuantos sean los dueños de la mayoría? Definitivamente no, pero así es el mundo desigual en el que vivimos. Aquí tampoco es que sea muy diferente la situación.
QMC Dominicano










