Nos conocemos desde que yo era un niño. Recuerdo las visitas a mi casa y la receptividad de tu hogar junto a tu esposa e hija, que por esos duros días de los 70s, servían de lugar solidario para los desafectos de la época. Tu casa, ubicada en la Zona Universitaria y el vehículo, marca Pinto/Ford los retengo en mi memoria como símbolos de eterna gratitud y retrato de un período de profunda turbulencia política, afortunadamente superado.

A distancias, he visto el crecimiento de tu exitosa carrera. Reportero, director de dos periódicos importantes, ejecutivo de comunicaciones de un grupo financiero, regidor, analista de programas televisivos y propietario de una empresa de relaciones públicas. Tu trascendencia es obvia y sirve de orgullo para los tuyos.

Con el periódico Listín Diario tengo una combinación de admiración y gratitud. Lo primero, como resultado de su dilatada presencia en la vida nacional y su innegable aporte a la construcción del proceso democrático. Se puede coincidir o discrepar de su línea editorial y la naturaleza ideológica de sus propietarios, pero constituye un acto de injusticia desconocer los aportes de más de 100 años de vida editorial en el país. Y en segundo orden, cuando concluía mis estudios en los Estados Unidos, el doctor Molina Morillo y Eduardo Pellerano pusieron bajo mis hombros la responsabilidad de dirigir, el Listín USA, un esfuerzo editorial tendente a retratar la realidad de la diáspora dominicana. Es decir, guardo un profundo agradecimiento tanto para las personas, como para el Listín Diario.

Reconozco lo cuesta arriba de publicar estas líneas. No obstante, lo hago como ejercicio crítico porque el Listín Diario no es un patrimonio exclusivo de sus accionistas, debido a que su dilatada presencia en la vida de los dominicanos, crea las condiciones para que cada ciudadano se sienta co-responsable de lo que expresan sus páginas. Sobre todo, sin importar el variopinto de creencias religiosas, económicas y políticas que diariamente leen el contenido de un producto editorial donde esa diversidad de consumidores debe ser expresada, como clara manifestación del espíritu democrático y plural que caracteriza el ejercicio periodístico de estos tiempos.

Es innegable que el rasgo ideológico que se pone de manifiesto en el Listín Diario exhibe una mayor carga conservadora. Y eso no es malo. Por el contrario, toda sociedad auténticamente democrática tiene medios donde se expresan la pluralidad de ideas. Ahora bien, un justo balance nos demuestra que en períodos de intolerancia y excesos, las páginas del Listín Diario han resistido los ataques de múltiples exponentes del autoritarismo criollo. Inclusive, las dificultades iniciales del periódico, durante el nefasto periodo 1930-1961, obedeció a la asociación cierta que se hacía entre horacismo -Listín Diario, y desde otro medio, el periódico La Información, sirvió como tribuna de ataque y derribo en los días finales de un hombre excepcional que, agitado por el club de áulicos, desarrolló una interpretación acomodaticia del texto constitucional, intentando extenderse hasta 1930 y derribar una hoja de servicios a la patria que comenzó con un gesto de grandeza al participar en el ajusticiamiento de Ulises Hereaux, el 26 de julio de 1899.

El Listín Diario es conservador y sus editoriales respecto al tema migratorio, aborto, políticas económicas, diversidad sexual, preferencias partidarias y múltiples temas sobre el debate público revelan posturas claras y definidas. Casi siempre ha sido así. Lamentablemente, existen periodos nebulosos donde su línea editorial se ha colocado al servicio del Palacio Nacional. Gobiernos blancos, morados y colorados asumieron como “estrategia” ganarse el favor del Listín.

Lo real es que en la actual coyuntura, el periódico pone de manifiesto un nivel de preferencia hacia un dirigente político y su legítima aspiración, donde el nivel de desproporcionalidad afecta la justa representación dentro de sus páginas de todo el espectro de aspirantes e ideas diferentes y transita hacia la construcción de toda una mitología alrededor de un aspirante: Leonel Fernández Reyna.

Las aspiraciones del presidente del PLD no dependen de la promoción, estímulo y defensa del periódico Listín Diario. Inclusive, los empresarios que poseen mayor capital accionario en la empresa editorial no se le consideran gente de conducta empalagosa, amigos de la genuflexión y el ditirambo. Sus capitales pueden crecer, sin la ayuda de un futuro gobernante. Por eso, el titular del periódico Listín Diario, del pasado 19 de diciembre, donde un reportaje, con la firma de Miguel Franjul, establece que ¡Leonel Fernández sirvió para la aproximación y mejoría sustancial en las relaciones de Estados Unidos y Cuba! constituye un exceso.

Y en ese ir y venir, aspiro a poner en contexto informaciones emanadas del Departamento de Estado de Estados Unidos respecto a las interioridades de un proceso que pone fin a más de cinco décadas de incomprensión entre gobiernos norteamericanos y cubanos.

La investigación periodística, firmada por Yolanda Monge, Joan Faus, Marc Bassets y Pablo Ordaz, establece que todo comenzó antes del 2013 por mediación del senador Patrick Leahy, demócrata de Vermont y Tom Rieser, ambos con excelentes relaciones con los hermanos Fidel y Raúl Castro. En ese mismo orden, el presidente Obama dispuso que Ben Rhodes y Ricardo Zúñiga representaran los intereses del gobierno estadounidense en las negociaciones. Además, se incorporó al equipo, Pietro Parolin en representación del Vaticano.

Un componente novedoso de la negociación lo representó el hecho de que tanto Alan Gross como Rolando Sarraf Trujillo fueron intercambiados por cinco cubanos acusados de espionaje por el gobierno norteamericano. Así lo narran las fuentes oficiales como la investigación realizada por el periódico El País. Y la verdad es que en ninguna de las fuentes citadas oficialmente aparece el nombre de Leonel Fernández Reyna. La pregunta lógica es: ¿De dónde sale la información aparecida en Listín Diario y calzada con la firma de Miguel Franjul?

Asociar la idea de que una visita de Leonel Fernández a Alan Gross en la cárcel en Cuba y el posterior desenvolvimiento de todo el proceso que concluyó en un nuevo escenario, en capacidad de establecer relaciones formales entre ambas naciones, representa una tomadura de pelo periodística, un acto de subestimación de la inteligencia del país y un acaramelado intento de colocar al presidente del PLD en un escenario de provecho electoral en el orden local. Y ese intento es comprensible entre los comunicadores fieles a la causa del expresidente que amparándose en la información del Listín Diario hicieron un uso pernicioso y politiquero de una información distanciada de la verdad.

Soy adversario político de Fernández Reyna. Reconozco sus dotes y su afán por mantenerse al día con los temas internacionales. Tengo información detallada de su rol en las últimas decisiones en el TSE. Discrepo en muchos aspectos de sus periodos gubernamentales y tengo la certeza de que una amplia gama de sus colaboradores están provocando acercarlo más al cielo que a la tierra. Y ese afán, hace daño tanto en el orden político como humano.

Me siento en el deber de escribirte. Aunque el fenómeno no es generalizado, presumo que a los ejecutivos de los medios no les agradan las reflexiones críticas y en ocasiones, la reacción natural consiste en pellizcar y poner el instrumento en contra del cuestionador. Objetivamente, siempre corro el riesgo porque no negocio la tranquilidad de mi conciencia. De lo contrario, no sería el mismo muchacho que conoces desde mi infancia feliz en el barrio de Ciudad Nueva.

Guido Gómez Mazara

 

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