A los que le provocó pena la entrevista de Alicia Ortega al ingeniero Diandino Peña, les digo que pena me dan a mí los usuarios de los hospitales públicos, los millones de jóvenes sin destino que habitan en los barrios, los que se acuestan sin cenar, los chiriperos celestes que comen hoy y no saben qué Dios dispondrá mañana, las madres atibuladas que acostaron a sus hijos con un vaso de agua de azúcar, el padre que no tiene recurso para comprar la medicina que le salvará al hijo, los miles de expósitos que viven a la orilla del Río Ozama y tiemblan de miedo cuando anuncian una vaguada, los niños que deambulan por las calles inventando la vida y descubriendo la dureza del existir, los rotos, los olvidados, los más del 98% de jóvenes que nacieron en la miseria en los barrios pobres y morirán pobres en ésos mismos barrios, los que deambulan las calles buscando trabajo y miran hacia el cielo sumidos en la desesperanza, los que no tienen salida en una de las sociedades de mayor nivel de inequidad; en fín, todos los que sufren el desamparo y la miseria moral en un país saqueado por las élites políticas y económicas.

No me dan pena los que se roban la felicidad ciudadana. No me dan pena los corruptos. Al infeliz de Hato Mayor que se robó ocho chinolas lo condenaron a seis meses de prisión. Los turpenes del PLD que han acumulado fortunas obscenas se pasean como pajuiles envanecidos por las calles. Ni una brizna de la justicia los alcanza.

!A mí no me dan pena los corruptos!

Tomado del muro de Andrés L. Mateo

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